Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

martes, 12 de abril de 2016

TRES NOCHES DE PESADILLA o LA BIOGRAFÍA DEL DOLOR. Noches lúgubres de José Cadalso



Vivimos tiempos en los que lo inmediato, lo material, la apariencia, dejan escaso margen a lo sentimental, a los valores. Los creativos de los medios de comunicación se esfuerzan, particularmente en  la ya no tan pequeña pantalla, para encauzar, de grado o por la fuerza de la repetición, nuestras vidas. La publicidad, muestra cuerpos esculturales sinónimo de éxito y felicidad. Esta presión publicitaria adoctrina a la población sobre los beneficios de una perfección inalcanzable en detrimento de lo emocional, de los sentimientos, de ser uno mismo, de vivir para ser querido, amado...

En lo emocional, obviando la  imagen de “esposa abnegada” y “reina del hogar”, el concepto de pareja también ha cambiado, nada que ver con aquel “contigo pan y cebolla” o “hasta que la muerte nos separe” de hace unos años y menos aún si retrocedemos al 22 de abril de 1771, fecha en que muere María Ignacia Ibáñez, la actriz de quien José Cadalso estaba enamorado. En junio de este mismo año ("dos meses ha"), nuestro autor empieza la composición de Noches lúgubres. A pesar del lamento de Tediato (final de la primera noche); ¿Quién me diría dos meses ha que me había de ver en este oficio?, está descartada la teoría del argumento autobiográfico.

La poesía de esta prosa, lúgubre, y tono arrebatadoramente romántico se presenta ante el lector como pesadilla en tres noches con la pretensión y en eso sí es autobiográfica, de mostrar la dimensión del dolor en un poeta del XVIII. No es fácil para el lector del siglo XXI valorar (al margen de la racionalidad) en el pragmático y materialista mundo nuestro, el sentimiento amoroso del XVIII.

El dolor adquiere en las Noches el carácter de protagonista, provocando el gozo a la manera romántica, el lector lo intuye cuando afligido por la pérdida del ser amado Tediato descubre que en su dolor hay un poso de dulzura, algo -permítaseme el símil- como el estado de éxtasis en un espíritu sensible.

No debemos leer Noches lúgubres como como la narración descriptiva de unos hechos; como una historia sin final. Cadalso, escritor de la Ilustración y por tanto de la Razón muestra el gozo del amante a la manera romántica, intentando el suicidio junto al cadáver de la amada. Estamos en la segunda mitad del XVIII; la fuerza del dolor, el sentimiento, el llanto propio y ajeno habían tomado ya forma en la sociedad y como en lecturas anteriores, hemos de ver en esta obra la  intuitiva necesidad de seguir una moda literaria que anticipaba ya el paisaje interior del alma humana por parte de Cadalso.

Ignoro si la Iglesia Católica sigue utilizando la fórmula: “hasta que la muerte os separe”. Sí sé que hay (o había) una tienda de ropa de novia que tomó esa fórmula para nombre de su establecimiento. Al margen de cualquier consideración mística o folclórica, la dulzura ante la pérdida del ser amado minorada hoy, sigue particularmente entre nuestros mayores. Su característica principal es la fidelidad, su manifestación social la encontramos en los cementerios. Las flores, las visitas, las oraciones, el dulce recuerdo en suma, lo confirman.


Cadalso en las Noches señala la oposición entre lo físico y lo espiritual. 

Imágenes: El cementerio de Cloister (Caspar David) y La sátira del suicidio (Alenza)  

3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Excelente propuesta lectora, Paco. Es curioso cómo hoy hemos desterrado esta pasión amorosa de la gran literatura. Quizá no sepamos hacerla bien porque nos parezca cursi por incompetencia, quizá porque los lectores ya no creamos nada...
Cadalso da justo con ese tono y el género.

Abejita de la Vega dijo...

Recordando damos vida a los que ya no están. Viven en nosotros y no morirán del todo mientras los recordemos. Esa es la dulzura del recuerdo, algo amarga también.
No creo que los sentimientos del XVIII fueran más arrebatadores y pasionales que ahora, pero la literatura era amiga de contar amores irracionales, ahora los escritores no son amigos pintar esas locuras. Pero hay amores locos.

Hasta que la muerte nos separe...es de otra época.

Besos, Paco,se

Myriam dijo...

Leyéndote me acordé de la Película "VOLVER" de Almodovar!!!


Besos