Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

sábado, 9 de septiembre de 2017

AÑO SABÁTICO.


La vida viene a ser como un camino por el que vamos dejando vivencias y recuerdos, desdibujados muchas veces, que el tiempo y nuestra circunstancia se encargan de «aggiornar» o relegar confusos y desordenados a uno de los desvanes de la memoria.

Abandonada la infancia de pan con chocolate, juegos en la calle y escuela de enciclopedia y puntero, nos encontramos solos en la competición adolescente sin meta definida con la ilusión de triunfar en todo: sobrepasar el bachillerato y hasta el C.O.U., si se tercia, en caso contrario queda la Formación Profesional o el trabajo puro y duro como alternativa a la universidad.

Luego viene la firma del primer crédito, hipoteca, o vaya usted a saber; con ello nos convertimos en actores de una comedia que termina muchas veces sin aplausos tras numerosa subidas y bajadas de telón. Transcurridos más años (muchos) sin abandonar el escenario cambiamos el decorado, creemos estar solos y nos planteamos un nuevo futuro sin afán de protagonismo ni triunfo. Digo mal. Triunfo sí. Queremos el triunfo de vivir con un punto de libertad que puede buscarse jugando al mus, la tuta, los bolos o la petanca; caminando día sí y día también  hasta el árbol número ¿…? de nuestro paseo favorito, practicando un deporte permisible, o ampliando el currículo cultural – que de todo hay.

De pronto, un día, te preguntas si no hay en todo esto un tanto de individualismo, de egolatría, si llevado por el entusiasmo no has aparcado en el camino por le plaisir de la découverte, la atención debida a quién, sacrificando buena parte de su merecida realización personal aplaude «tus logros».

Ese día, aprovechando la caída de telón es el momento de saltar del escenario, tomar de nuevo la senda abandonada, reponer parte de las atenciones debidas a quien te sirvió de apoyo, de tomar -si es preciso- el jardín al asalto y cultivarlo de nuevo. De iniciar un año sabático..., en compañía. 

3 comentarios:

Myriam dijo...

La vida y el camino que en ella vamos recorriendo,
tiene sus altos y bajos, sus puntos de inflexión
y cambio de rumbo, peor todo hace -o al menos debe hacerlo-
al crecimiento personal. Yo no lo llamaría egoísmo,
sino necesidad.

Un abrazo, Paco, lindo tenerte de regreso,

Abejita de la Vega dijo...

La que más lo merece.
Un abrazo, Paco.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Siempre estamos a tiempos de pararnos, respirar, abrazar, besar y caminar de la mano.
Un fuerte abrazo, Paco.