Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

martes, 15 de enero de 2019

El españolismo de: The four horsemen of the Apocalypse. Vicente Blasco Ibáñez.



A Jackie, su sangre aragonesa por parte de padre le hervía. ¿Cómo era posible que una carta con la dirección: “Míster Ibáñez, Valencia, Spain; debidamente franqueada no llegase a su destino? The post office, machaconamente le devolvía la correspondencia una y otra vez con la estampilla: Wrong address. Ni corta ni perezosa se llegó a la embajada española, el amable empleado nacido en Ponga (Asturias) había leído a Blasco, pero en castellano.

-     Me parece que don Vicente ahora está en París, creo que tenemos la dirección. -Veamos...
-      Sí. Aquí está, creo que esta es la buena.

Vicente Blasco Ibáñez
4 – Rue Rennequin
París (France).

Había asegurado en su Club de Philadelphia que conseguiría un autógrafo, una nota o –por qué no– un ejemplar de The four horsemen of the Apocalypse firmado por Blasco Ibáñez.

Así pudo ser el comienzo, también otro, pero, lo cierto es que Vicente Blasco Ibáñez había olvidado la cesión de los derechos de traducción al inglés de su novela. La recepción de esta y otras cartas, notas y recortes de prensa estadounidense lo devolvió a la realidad del éxito y en consecuencia su celebridad en ultramar. Estados Unidos quintuplicaba ya la población de España lo que dificulta las comparaciones para el lector europeo; aun así, antes de llegar al año de su publicación traducida (1918 Dutton house New York), Four horsemen, alcanzó el medio millón de ejemplares; a principios de 1920 llegó a su 150ª edición, sumando ya millón y medio de ejemplares.

Esto no hizo rico a Blasco, legalmente la traductora era la propietaria de la obra.

Ni corto ni perezoso, como Jacqueline, Blasco Ibáñez cambia el rumbo, acepta la invitación de la Columbia University (aunque muy traducido era un gran desconocido) e inicia una gira que lo enriquece de experiencias y –ahora si– afirman su situación económica. Las conferencias pronunciadas en español en el país de Roosevelt, cumplieron la gran función literaria de potenciar el castellano por: California, Texas, Nuevo México, Arizona..., donde era entendido sin problemas. En el resto los discursos eran repetidos por un intérprete.

El Blasco colonizador que hubo de abandonar «Cervantes» y «Nueva Valencia» reaparece heredero de aquellos exploradores del XVI, con la nueva herramienta de las letras y España se posiciona culturalmente en el mundo anglosajón.

4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Blasco Ibáñez fue un auténtico pionero. No se lo perdonarían, claro. De ahí que desapareciera su nombre durante décadas...
Gran entrada, Paco.

Abejita de la Vega dijo...

Blasco Ibáñez es un personaje mucho más extraordinario que los de sus novelas. Cada vez me sorprende más.
Gran entrada, Paco.

La seña Carmen dijo...

Blasco Ibáñez como protagonista de su propia novela. Hay vidas que merecen unas cuantas letras.

pancho dijo...

Los norteamericanos nos habían derrotado en la reciente guerra de Cuba de 1898, incluso el presidente Roosevelt (1901-1909) estuvo allí, pero los estados del sur aún conservaban el español como primera lengua.
Hay que ser valiente para mudarse a escribir a un país en guerra.
Anotación interesante sobre el cosmopolitismo de Blasco Ibáñez.
Un abrazo.