A modo de pasarela más que puente, entre los capítulos anterior y posterior, transcurre éste en el que Sancho desde el jardín de los duques manifiesta sin recato su antipatía por las dueñas. Utilizando éste hecho el Autor saca a la luz y deja constancia del sentir de un sector de la sociedad en que vive.
En juicio de Sancho y apoyándose en la sentencia de un boticario toledano, las dueñas son enfadosas, impertinentes, e incapaces de generar cosa buena. Evidentemente, es la impresión que ha sacado de su trato con doña Rodríguez.
Cabría destacar que la breve intervención de D. Quijote en éste capítulo, es muy medida y sin acritud hacia Sancho aun cuando lo reprende por la suspicacia que demuestra con la condesa de Trifaldi que viene a buscarle por su valor y méritos. Esta actitud del caballero para con su escudero deja traslucir el cambio que se está introduciendo en los personajes.
Las afirmaciones de Sancho hacen que doña Rodríguez salga en defensa de su condición de mujeres principales que no llegan a mayores merecimientos en virtud del sistema establecido por la clase gobernante “allá van leyes do quieren reyes”, “quien a nosotras trasquiló las tijeras le quedaron en la mano”; personaliza en los escuderos la incomprensión de que son objeto y denuncia el estado de sometimiento en que se encuentran “como quién cubre o tapa un muladar con un tapiz el día de la procesión”. Tal vez, con tan sutil exposición, Cervantes trate de denunciar una situación y justificar la habitual irritación de ésta clase social.
Sancho que está investido de doble personalidad retoma el papel de gobernador hasta tal punto que ante la inminente aparición de la Dueña Dolorida, se anticipa al duque, para indicarle el protocolo a seguir en la recepción. "-¿Quién te mete a ti en esto Sancho? –dijo D. Quijote”. Recobra de nuevo su condición de escudero, para contestar a ésta pregunta con otra de sus parrafadas a las que ya estamos acostumbrados, " puedo meterme como escudero que ha aprendido los términos de la cortesía en la escuela de vuesa merced" y que tan buen resultado la está dando, tanto es asi que hasta el duque no tiene por más que darle la razón.
Con pífaro y tambores se crea el suspense necesario para otro episodio de una de las aventuras más notables de la historia, a decir del narrador.
9 comentarios:
Debate entre escudero y dueña como prólogo de lo que viene...
¿Pudiera ser que don Quijote no se oponga tajantemente ante las intrusiones de su escudero porque se da cuenta de que éste cae muy bien a los Duques?,voy leyéndolo desde hace pocos capítulos e ignoro los precedentes y los que faltan por venir,así que mi percepción procuro ajustarla al capítulo correspondiente y en este veo a Sancho muy crecido,con mucha autosuficiencia y a don Quijote con más ilusión que otra cosa ante la "llamada" de una dama.
Saludos,me gustó tu punto de vista.
Asi es. Y Sancho esta que se sale, desde que tiene tufo de gobernador, uff.
Estupendo comentario.
Por cierto, amigo, gracias por tus animos. Como ves, he vuelto a la blogosfera. Un enorme abrazo.
Un descansillo nunca viene mal a la tropa lectora. La brevedad del capítulo no está elegida al azar, justo a la mitad de la novela.
Bien vista la crítica de Cervantes al imperio donde nunca se ponía el sol. Ataca el trampantojo y la apariencia, el gigante con pies de barro.
Esos miedos le pueden, pero a quien no le podrían en su mismo pellejo.
Excelente análisis amigo.
Un abrazo
A mí toda esta riña entre SANCHO y la DUEÑA me encanta. Es muy realista, impresiona. Y una genialidad total de Cervantes de dar vuelta una parodia de una parodia de esta manera.
Un fuerte abrazo
PD Y mil gracias por tus tan sentidas palabras en mi blog. De corazón PACO, gracias.
Ay, que Sancho va a salir trasquilado al final... Estupendo tu análisis. Besotes, M.
Sancho teme que le chafen los planes. Arremete contra las dueñas, con mucha malicia, que si faldas, que si colas...Sigue una tradición literaria que las considera cotillas, celestinas, lujuriosas...En realidad, eran mujeres sin recursos que se arrimaban a los privilegiados. Pobres dueñas.
Cabalguemos por tierras de Aragón, Paco. Queda mucho...
Cada vez estoy mas cerca vuestro.
Un abrazo
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