El presente capítulo por su brevedad y reiteración , parece tener como finalidad predisponer al lector contra los duques, prorrogando tanto una situación que llega parecer tediosa, y señalando como ya apuntamos en anteriores entradas, su comportamiento de clase social parasitaria..
El Autor marca distancias a favor del escudero de la Mancha mostrando su capacidad para discernir entre las diferentes escenas representadas. Posiblemente aprecia demasiado teatro en las narraciones y duda:
“Parecíame a mí que estaba la reina Maguncia obligada a desmayarse, antes que a morirse”.
Hábilmente, como ya es costumbre en él, arrima el ascua a su sardina, pasando el testigo a Don Quijote:
“Porque según las reglas de mi señor”
Alusiones a frutos amargos y venenosos y una cita burlesca por parte de la condesa, para justificar su exposición, dan lugar a que de la chistera de la narración salga un caballo de madera sobre el que cabalga el cruel gigante-encantador Malambruno, que convierte a los amantes en mona de bronce y cocodrilo metálico y amenaza de muerte a la Dolorida.
Conscientes los duques de la dificultad de mantener por mucho tiempo el carnavalesco aspecto de la comitiva, la solución es que el malvado gigante someta a nuevo encantamiento a ella y a las dueñas poblando sus blancos rostros con barbas varoniles. De éste modo queda arrojado el guante del duelo a D. Quijote, retándole en singular batalla, como condición indispensable para que Antonomasia, Clavijo, la condesa y por añadidura doce dueñas, recuperen su aspecto.
Conscientes los duques de la dificultad de mantener por mucho tiempo el carnavalesco aspecto de la comitiva, la solución es que el malvado gigante someta a nuevo encantamiento a ella y a las dueñas poblando sus blancos rostros con barbas varoniles. De éste modo queda arrojado el guante del duelo a D. Quijote, retándole en singular batalla, como condición indispensable para que Antonomasia, Clavijo, la condesa y por añadidura doce dueñas, recuperen su aspecto.
El encantamiento se ha manifestado en la obra como la gran solución a cualquier conflicto, si va dirigido a un loco visionario defensor de causas perdidas y, (no tanto) a un simple campesino al que se ha convertido por obra de las promesas en soñador de imposibles.
Se ha cerrado el círculo en torno al caballero andante. De la fortaleza de su brazo depende devolver a su primera forma a dos amantes, una condesa, y doce dueñas.
¡Imposible no aceptar el reto!
10 comentarios:
DQ se ve obligado como caballero a aceptar el duelo. NO tiene escapatoria. Sancho, por su mparte, muestra mucha lucidez en eso del desmayo antes de la muerte y en que, no era para tanto.
UN capítulo con mucha crítica social.
Capítulo breve pero intenso. La aparición de Malambruno abre caminos a la novela: esto se pone interesante para DQ. Lo que más molesta al lector es saber que todo es farsa preparada por los duques, es la diferencia con los enfrentamientos de la primera parte. Entonces todo salía de la imaginación de DQ o de sus paisanos que querían devolverle a la aldea.
Este caballo de madera cargado con un gigante dará que hablar, la presentación tan cuidadosa así parece indicarlo.
Tendido el lazo, don Quijote no puede más que caer en él, en efecto. Con caballo de madera incluido.
Buen analisis, amigo. Veremos como actua D. Quijote.
Un abrazo.
A nuestro Quijo le van a moler a palos de nuevo... Jesús, Jesús... Besotes, M.
Demasiadas trampas para un personaje con ganas de aventura...Cervantes no hace más que reflejar el tedio y la ociosidad de la clase dominante...un abrazo
Me incorporo ya al ritmo del grupo.
Don Quijote no tiene escapatoria. Se lo han puesto en bandeja y no puede rechazarlo.
Habrá que ver qué es lo que le depara la aventura.
Un abrazo
Estos duques odiosos le han proporcionado su entuerto, su aventura y su gigante bellaco con quien luchar. A don Quijote no le queda más remedio que entrar al trapo,a Sancho no le hace gracia, piensa aquello de "y de lo mío qué". Se ha cerrado el círculo, como tú dices.
Un abrazo, Paco y sigamos nuestra aventura quijotesca.
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Un abrazo.
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