Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 21 de octubre de 2010

Vencedores o vencidos. Don Quijote. Cap. 72 / II


Antonio Fuertes

Cerca ya el fin de la obra, es sobradamente conocido por los lectores que ninguno de los protagonistas alcanzó sus objetivos, realmente, ambos regresan derrotados. ¿Derrotados?

El juego que Cervantes establece entre textos y personajes de ambas obras cruzando opiniones y conclusiones para deslindar su obra de la de Avellaneda me parece absolutamente magnífico.

Un personaje de otra obra se introduce en ésta y dialoga con don Quijote: “¿A dónde bueno camina vuesa merced?”, con la cortesía de un caballero don Quijote responde y somete a don Álvaro a un interrogatorio pausado, meditado y preciso, señalando como, en su momento, tomó decisión de no acudir a las justas, por tener conocimiento de que el falso Quijote y el no menos falso escudero se dirigían a Zaragoza.
El hidalgo introduce un notorio canto a Barcelona -grande debía ser la fama de Cataluña en la época para que Cervantes introduzca tan encendido elogio- y solicita a su interlocutor testimonio legal de que se ha producido usurpación de nombre y pensamientos, lo que supone un auto-enjuiciamiento, puesto que forma parte de la obra.

Sancho irrumpe en la escena defendiéndose a sí mismo y a su amo de la suplantación de personalidad de que han sido objeto en esa segunda parte, donde cualquier otro que se haga pasar por ellos será cosa de burla y pesadilla. Álvaro Tarfe descubre tras tan encendida defensa a un escudero, más gracioso que al otro -comilón y tonto- y a un Quijote bien diferente del suyo

No se puede elaborar mejor crítica ni presentarla más delicadamente

El desocupado lector que esto escribe sigue manteniendo que el personaje Sancho nunca creyó en el encantamiento de Dulcinea, por lo que le resulta curioso como Cervantes vuelve crédulo al escudero, haciéndole aceptar el encantamiento de don Álvaro y ofrecerse para desencantarlo sin recompensa alguna.

Cervantes introduce la frase justa y precisa para que el lector tome partido en la obra:

“Y ese don Quijote -dijo el nuestro- ¿traía consigo….”

Este Quijote nuestro es de todos. Lectores, narrador, autor, de todos, actuamos de testigos en la toma de declaración ante la justicia formando parte de “todas las fuerzas que en tales casos debían hacerse”. El pronombre convierte al lector en testigo legal de un Quijote que no es aquel que anda impreso en una historia intitulada: segunda parte de Don Quijote de la Mancha, compuesto por un tal Avellaneda..

Como broche final un resumen impecable de las circunstancias del retorno en boca de Sancho:
Él vuelve azotado, no muy rico, pero con dinero. Don Quijote, vencido por otro pero vencedor de sí mismo, es decir, camino de la curación.

El mejor comentario a este capítulo es leerlo varias veces.

9 comentarios:

pancho dijo...

Coincido contigo en la excelencia del capítulo, sobre todo la sencillez con la que Cervantes introduce innovaciones en la narrativa de la época.

Bien vistos los elogios a Barcelona, para mí, contra natura, después de la humillación que en ella sufrió DQ, tratado como un fenómeno de circo.

Te puedo asegurar que hay trozos de la novela que leo tres o cuatro veces antes de escribir nada.

Myriam dijo...

COincido contigo y para mí es soberbio el tratamiento que hace Cervantes de este personaje del adversario.

Exacto, éste es el verdadero y único Don QUijote: ¡el nuestro!.

Besos

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Perfecto comentario, y totalmente de acuerdo: el mejor comentario es leerlo varias veces.

Me ha encantado eso del "nuestro"; asi es, amigo. Nuestro D. Quijote.

Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

Creo que la loa a Barcelona, aunque haya sido derrotado físicamente que no espiritualmente porque como bien dice Sancho Quijo es vencedor de sí mismo, es muy justa y lograda. Este capítulo, introduciendo al Tarfe, es ge-ni-al, bueno, como ¡toda la novela! Besotes, M.

Asun dijo...

A mi también me ha gustado mucho este cruce de personajes. Despierta el interés del lector y Cervantes logra su objetivo de ningunear a Avellaneda.

Besos

PD: Me encanta esa imagen que has puesto.

Abejita de la Vega dijo...

La reconversión que hace del personaje ajeno es genial. Un Álvaro Tarfe nacido avellanesco trocado en quijotesco.
También es verdad que , gracias a estos capítulos, Avellaneda o como se llame, ha pasado a la posteridad.
Un abrazo

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Estoy contigo y me reafirmo en que no vuelven derrotados, eso es lo que pudiese parecer para el que la obra suponga un tópico corrido de boca en boca... Es sin duda el triunfo de la realidad sobre la fantasía, la crítica a las novelas caballerescas de final fácil y sobre todo el triunfo de Cervantes sobre sus detractores .... Un abrazo

Myriam dijo...

Ahh y otra cosita: a mi me parece que cuando Sancho le dice a A Tarfe lo del encantamiento y los azotes, se está burlando de él a grosso modo, se está riendo de él, Sancho el divertido, el jocoso, no lo puede decir en serio y si lo hace, es porque encontró la forma de azotar los árboles y cobrar por ello y quizás le pueda sacar alguna tajada pecuniaria a este Tarfe ( si acaso van por el mismo camino) jejeje.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Cervantes sabe jugar con la perspectiva: nos conduce hacia un sitio, pero deja matices que pueden ser interpretables. Una de las lecciones del Quijote es que no es un libro cerrado en su lectura.