Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 1 de diciembre de 2011

Tierra caliente. Sonata de estío.



De entre la enorme variedad climática de América del Norte, escoge Valle Inclán la zona caliente. Embarca a Bradomín, personaje y narrador,  en una fragata que lo lleva al golfo de México. ¿Viaja para olvidar? ¿Movido por su primitivismo emocional?
De nuevo el paisaje: exuberante, colorista, atávico. Naturaleza explosiva.
En este marco, como no puede ser de otra manera tratándose del marqués: una mujer. Una mujer exótica como el paisaje, rodeada de servidores al modo de una diosa “Tenía esas bellas actitudes de ídolo, ese quietud estática y sagrada de la raza maya”. El camaleónico heredero de mayorazgos mexicanos, aparece reverente, con una sumisión casi sacerdotal ante la voluptuosidad de la criolla cruel e insensible tras “la trágica muerte de aquel coloso negro”.
El contrapunto de sadismo, hace crecer en Bradomín el placer de la transgresión, la emoción de la profanación. La diosa Chole es su objetivo más próximo, esa es la razón última del viaje hacia el exotismo con que empezamos la lectura de Sonata de estío.

Imagen: Selva Lacandona Chiapas (México) 

13 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Y qué mirada la de Valle al paisaje, como contraste radical con su Galicia...

Myriam dijo...

¡Las descripciones de paisaje en la novela son fenomenales!

Myriam dijo...

Tierra caliente, para pasiones ardientes...

matrioska_verde dijo...

No podía haber escogido paisaje mejor para unos amores ardorosos y apasionados.

Buen caldo de cultivo para olvidar a Concha.

biquiños,

pancho dijo...

De esa exuberante selva mejicana parece salir el comandante Marcos con su boina calada al estilo del guerrillero cubano que murió en Bolivia. Valle no parece fomentar la Alianza de Civilizaciones con sus estereotipos de la gente de raza diferente, me refiero al negro gigante devorado por un tiburón.

Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

El calor lo cambia todo, somos hijos del clima.

Bradomín huye para olvidar y recuerda más que nunca.

Besos

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Saludos amigo...en esto estoy algo perdido...ahora no tengo tiempo ni para leer....

J.M. Ojeda dijo...

¡Hola!
La cuestión es que leyendo su texto entran ganas de leer...

Saludos de J.M. Ojeda.
Buen fin de semana.

Kety dijo...

Os seguiré a grandes rasgos, así como a los demás. Un gran trabajo.

Un abrazo

Ele Bergón dijo...

Está claro que Valle necesita ese entorno para poder desarrollar su Sonata de Estío en ese escenario "exuberante, colista, atávico" y " La diosa Chle es su objetivo más próximo" como antes lo fue el jardín y la casa decadente de la caída rosa de otoño que era Concha.

Besos

Luz

Gelu dijo...

Buenas noches, Paco Cuesta:

En esta 'Sonata de estío' lo que he podido apreciar -de principio a final- es el HUMOR de Valle Inclán, su donjuanismo incorregible -con estilo propio Marqués de Bradomín- y su ironía.

Y he pensado lo bien que escribía el gallego, y cómo debía ser una conversación o tertulia con él.

Saludos.

Merche Pallarés dijo...

Brado es un incorregible Don Juan. Claro que los calores tórridos americanos exacerban sus pasionales sentidos en todas las direcciones... Besotes, M.