En mi opinión, de la tarjeta de visita sobra un
título, en modo alguno puede admitirse que el marqués es un sentimental, su
continuo desdén por las mujeres de las que se burla y la indiferencia ante la
situación en la que quedan, no lo demuestra. Su concepto de ellas, visto desde
la pedantería, es pobre.
“Yo guardé silencio, porque siempre he creído que la
bondad de las mujeres es todavía, más efímera que su hermosura”.
El marqués, tiene, como buen Don Juan, una
predilección especial por “el fruto prohibido”. Primero fue Concha, después Niña Chole y ahora, María Rosario, potencialmente monja. Todas de una u otra
forma con un compromiso adquirido que él, se ve en la obligación de romper.
Curiosamente también en Primavera la tragedia acampa en el territorio de sus conquistas. Cuando la
tristeza por la muerte de Monseñor Gaetani reina, Bradomín despliega sus artes
de conquista. “Viéndola a tal extremo temerosa yo sentía halagado mi orgullo…”
Se comporta en función de sus propósitos pasando de
puntillas por los sentimientos. Se aloja en el
“palacio con sus cinco doncellas encantadas”. Las cinco Marías: la mayor
de veinte años la menor de cinco. “Todas bellas y gentiles”.
Valle Inclán ha creado un personaje que como en paleta de pintor caben
muchos matices. Al fin y al cabo es, un
juguete del instinto.
7 comentarios:
"un juguete del instinto" es exactamente la definición del Marqués, Paco. Todo un acierto tu frase. Y, en efecto: de la definición Don Juan, católico, feo y sentimental, cabe dudar de todos sus términos.
También a mí me gusta mucho la frase que remarca Pedro. No es nada sentimental y le gusta lo prohibido. Lo has descrito muy bien en tu entrada.
Un abrazo
y otra cosa, el desdén que siente por las mujeres, primero y ante todo, lo siente por si mismo. O lo sentiría, mejor dicho, de ser una persona.
Así es.Sentimental ni gota,un sentimental sentiría más apego a sus amantes. Una novicia es una medalla de honor para un Bradomín. Me da la impresión de que Rosario no va a ser doña Inés. Doña Inés salva a don Juan a la hora de la muerte. Bradomín no cree que tenga un alma que salvar.
Católico tampoco, aunque lo finja. Feo, no sabemos...
Besos, Paco.
A Bradomín se le amontonan los defectos en su relación con las mujeres. Así lo quiso su creador. Es infiel, frío, calculador, insensible, amoral, irreverente...
¿Pero puede ser de otra forma un Don Juan? Menos mal que es literatura.
Un abrazo.
El hecho de no seguir esta lectura, me hace sentirme un tanto descolgada de vuestras entradas, aunque ya ves, no dejo de venir a explorarlas.
Espero poder hacer una especie de reenganche.
Besos y abrazos Paco
Como todo don Juan, pedante y egocéntrico.
Un abrazo
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