-¿Y si cambiamos Zumaya por Benidorm?
-¡Mujer! Acabamos de arreglar la casa de la
abuela y además, el yodo de Itzurun…
-¡Estamos todo el año en
el norte Todas mis amigas van al Mediterráneo. ¡Anda! Sólo este año.
Sabido es que si tu
pareja te pide que te tires por la ventana, lo más conveniente es comprar un
primer piso.
-Enrique, te traigo el
R-12 para revisión, Maruja está empeñada en ir a Benidorm. Ya sabes. ¡Como va
todo el mundo!
-De vez en cuando está
bien cambiar, lo pasareis bien. Mañana por la tarde lo tendrás listo. ¿Cuándo
sales?
-El sábado a la mañana
para evitar atascos.
Benidorm ha multiplicado por veinte su población. La ley de costas,
llegó tarde y a destiempo, nada que ver con Zumaya –pensó mientras se dirigía a
recoger el coche. Convenció a Jose-Mari y Edurne para que fueran de vacaciones con ellos. Sabido es que las penas con pan son menos.
-Hoy invito yo a comer, os
llevaré a un sitio interesante.
-Pero… ¿Se come bien?
-Es interesante. ¡Vamos!
Tengo reservada mesa.
El mesón situado en una
esquina, tiene una atmósfera íntima y tradicional, con una buena barra situada
en el chaflán del local.
-Mira. ¿Ves aquel que está
junto a la barra, al fondo?
-¿El de la camisa negra?
-No. El que está a su
lado. Es tu chico, el del tren.
-¿Urtain?
-El mismo.
-Y… que hace aquí.
-Se dedica a los negocios,
ya sabes que dejó el boxeo.
-Algo he oído.
-En el 70 ganó el título
europeo de los pesados, lo perdió el mismo año y lo recuperó al año siguiente; lo volvió a perder en el 72. Al fin, en el 77 intentó recuperar el título en
Amberes, perdió por abandono casi lo destrozan, fue el fin del mito Urtain.
-Me gustaría saludarlo.
-Vamos mientras vuelven
las mujeres. Y cuéntale quien eres.
José Manuel nos recibió
con un abrazo cuando tras las presentaciones Jose-Mari le dijo sonriendo: “eskerrik
asko”[1].
Aun recuerdo su apretón de manos y sus palabras de despedida: ¿Qué he hecho yo
para que todo lo que hago sea tan sucio?
Edurne y Maruja hacían
gestos desde la mesa y tuvimos que dejarlo. Tenían razón.
-Al vino invita Urtain
–dijo el camarero- lo que quieran.
Jose-Mari resultó buen
anfitrión y mejor psicólogo, o quizás lo tenía preparado.
-Me han regalado unas
entradas, ¿Queréis ir al Festival de la Canción?
Las mujeres saltaron de
alegría.
-¿Hay que ir de etiqueta?
Yo no he traído....
-No es necesario intervino
mi amigo, con cualquier cosa estaréis guapísimas.
La canción vencedora fue
“Quisiera”. Letra de Eleuterio Sánchez (el Lute), música e interpretación de
Jerónimo. Lo pasamos muy bien.
Mucho más tarde, en el
verano del 92 pensé que lo del festival fue una premonición.
José Manuel Ibar Azpiazu
fue siempre un hombre sencillo, valiente en el que la fuerza estuvo siempre por
encima de la técnica. No pudo eludir la tentación del dinero y los halagos,
pero tampoco fue vanidoso, era un niño con cuerpo de hombre, ”un chicarrón del
norte”, con muchos amigos, no todos lo debidamente honestos y buenos que hubiera sido de desear.
En 1972 el
periodista deportivo José María García
publicó un demoledor libro sobre su vida titulado "Comedia Urtain".
Como indiqué en mi
primera entrada, prefiero quedarme y me quedo -con el permiso
de todos- con el aspecto humano de José Manuel Ibar Azpiazu. Su entorno y
hazañas deportivas siempre teñidas de claros y oscuros, han sido suficientemente
tratados en otros foros.
Imagen: Benidorm
7 comentarios:
Magnífico, Paco. Y yo te lo agradezco porque me acercas a José Manuel Ibar Aspiazu de esta manera tan humana. Eskerrik asko a tí y Besos.
No solo has hecho una serie de entradas magníficas, Paco, sino que en esta das con la frase que mejor resume al personaje: no comprende su propia vida, no comprende la sociedad que le ha usado, no comprender nada desde que salió de su caserío. He ahí la mayor de sus tragedias.
El chico del tren no acabó bien, en Benidorm serái como un pulpo en un garaje. Como dice el profe, no comprendía nada desde que salió de su caserío.
Has completado el ciclo con este tercer relato, tan bueno como los otros dos.
Besos, Paco.
Esa especie de entradilla de El País que has enlazado es demoledora.
Excelente diálogo, plagado de datos y detalles que denotan gran conocimiento del asunto que viene de un gran trabajo de documentación. No te olvidas del Lute, ni de "Butanito".
Sólo faltó que el ganador hubiera sido Julio Iglesias con "La vida sigue igual".
Un abrazo.
Ja,ja... El comentario de PANCHO me ha hecho reir. Aunque estoy con el profe. Urtain no entendía nada, estaba perdido sin su caserío y sus piedras. Pobret. Besotes, M.
Estas tres entradas sobre Urtain son geniales.
Me ha gustado mucho ese acercamiento a su vida desde una historia paralela.
¡Enhorabuena!
Besos
Muy buen relato Paco, besos
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