Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 5 de abril de 2012

Urtain. La ermita de Santa Cruz



La vieja puerta del dormitorio, a pesar del cuidado se quejó por el empuje. Un sobresalto recorrió la estancia. Verdaderamente no eran horas.

   -¡Soy yo!. ¡Callad!

En Ibañarrieta, la ermita de Santa Cruz, a pesar de estar junto al camino no era  muy frecuentada, sólo se abría los domingos. Allí, en el porche, esperó a que anocheciera.

   -¡Seguro que padre lo entenderá! Eso no es para mí.

Entró por la puerta de atrás, por la cuadra, dejó la maleta en un rincón y fue directo al cuarto de sus hermanos, se tumbó vestido. Los padres y sus hermanas, no supieron del visitante hasta el día siguiente.

Lo complicado fue decírselo a padre que además andaba con dolor de estómago, madre no era problema, se alegraría.
Algo había aprendido en Tudela y comenzó por contar en qué consistía el trabajo de “pildu”. José Manuel esperaba una paliza pero no fue así, a padre no le iban las humillaciones y apenas hubo reprimenda.

   -Si no quieras estudiar, tendrás que trabajar.

Desde aquel día y hasta los quince años José Manuel trabajó en el caserío, partía leña con habilidad  y una fuerza   inusual para su edad y, Ahí…. comenzó todo. Desde chaval, los domingos antes de comer, vio a los mozos de Arrona, mostrar su fuerza levantando bloques de granito  entre chiquito y chiquito de Txacolí.  

   -Me gusta. Voy a probar….. fuerza ya tengo.
   -Tendrás que prepararte, hace falta técnica, la fuerza sola no vale.
   -Le diré a Suarte, él levanta piedra ha sido campeón varios años.
   -¿Con cuál vas a empezar?
   -¡Con todas!....  coño…. ¡Con todas!

La primera piedra que levantó, pesaba 96 kilos, -no pudo con la de 100- pero estamos en el principio, ya se lo dije, hay que depurar la técnica de aupar los bloques.
Al poco, alzó la de 100, la de 125, la de 170, hasta llegar a los 250 kilos.
Ha sido el único « harrijasotzaile[1]» capaz de alzar ciento noventa y dos veces la piedra de cien kilos con una sola mano.

   -Era muy bueno. ¿Verdad Josetxo?
   -Sí Antxoni. Muy bueno. Para todos menos para él.

Uno de los harrijasotzaile más célebre es Iñaki Perurena . En 1999 realizó  1000 levantamientos continuos de una piedra de 100 kg en 5 h y 4 minutos.


Recreación con cierta verosimilitud de lo que pudo ser la llegada de José Manuel Ibar Azpiazu al caserío de sus padres.



Imagen: "Ibiñarrieta. Arrona-Cestona. 1937", Indalecio Ojanguren  



[1] Voz compuesta del euskera harri, piedra y jaso, levantar

10 comentarios:

Belkis dijo...

Muy buen texto Paco.
Te dejo un abrazo. Feliz descanso!!!

Gelu dijo...

Buenas noches, Paco Cuesta-

Has hecho una estupenda recreación.
Su padre, cuando lo envió interno lo haría pensando en su bien. En el año 1954, al verlo de vuelta, tuvo que escuchar muy bien sus explicaciones. En los Colegios no gustaban este tipo de deserciones.
Te dejo “un recorte” del Mundo Deportivo, del 19 julio 1969, que he encontrado en la Red, y que avala lo que has escrito.

Saludos

Ángeles dijo...

Hola Paco, excelente relato de una deserción estudiantil, que le llevo a realizar los sueños que él tenía. Y es que en esos años, se hacía lo que ordenaban los padres, sin poder exponer los deseos del hijo.

Me parece que tu hermano fue muy valiente.

Un abrazo y feliz Semana Santa.

Abejita de la Vega dijo...

Nosotros escapamos con Urtain, gracias a tu escrito, excelente recreación de un hecho real.

Un colegio de niños ricos, con veintitantos criados niños, parece que está hablando del siglo XIX, un relato de Dickens. No aguantó la humillación, es más dura de aguantar que el mismo trabajo.

Me gusta especialmente la foto de la ermita.

Besos y feliz viernes santo, sin penitencias,

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Quizá nunca debió de dejar de levantar piedras.
Sigo asombrado, Paco.

Myriam dijo...

¡¡Qué buena recreación, Paco!!

Ahi me parece verlo... y como empezó.

Besos

pancho dijo...

Los padres siempre repetían lo mismo: " Si no quieres estudiar, ya sabes dónde tienes el atajo de ovejas". Era la mejor vacuna para los hijos rebeldes. Aquellos trabajos de sol a sol que daban para subsistir, si acaso, con las mismas herramientas de los romanos... Entiendo que quisiera escapar de aquello después de fracasar en los estudios.

Imaginación a raudales en tus relatos.

Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

Estoy con el profe. Nunca debió de dejar de levantar piedras que era lo suyo. Al igual que Iñaki Perurena, hombre respetado y admirado en su ámbito. Por cierto, siempre he creido que los levantadores de piedra se llamaban aizkolaris. A ver si llega ASUN y lo aclara :)) Besotes, M.

matrioska_verde dijo...

puedes recrear todo cuanto quieras, Paco, porque lo haces genial, en serio.

biquiños,

Ele Bergón dijo...

Hola Paco, esta vez voy bastante retrasada en esto de los deberes a ver si saco un poco de tiempo para sentarme delante de la pantalla y ver la obra de teatro.

En principio tu relato me estimula

Un abrazo

Luz