El tema de la lana resulta fundamental para entender los
aspectos económicos, culturales y políticos
de la Castilla de mediados del siglo XVI.
Cipriano Salcedo ya en edad adulta y doctorado en
leyes toma posesión del almacén de su padre
y se propone varios objetivos: El primero recuperar a Minervina. Fracasado el intento se lanza al éxito material
aumentando la heredad y probando como mercader-fabricante dentro del mundo de
la lana con El zamarro de Cipriano. Su tercera
meta es conseguir la hidalguía. El dinero todo lo puede y Don Cipriano Salcedo obtiene el
título de doctor hidalgo, por lo que queda exento de contribuciones.
Desde finales del siglo XV y durante todo el siglo
XVI, la cabaña ganadera de Castilla se convirtió en potencia mundial proporcionando
toneladas de lana en bruto que salían todos los años hacia el puerto de Bilbao
con destino a Europa. La lana, barata y
abundante, era aceptada por todos los grupos sociales para el vestido y facilitó
enorme riqueza, tanto a los que poseían grandes rebaños de ganado, como a los
que lo vendían. La explotación y comercialización era regida por la Mesta y el Consulado de Burgos. Los comerciantes
acumulaban dinero y poder económico que transformaban en prestigio social cultural
y religioso que les permitía incluso la
salvación del alma.
Sin embargo, a pesar de poseer la mejor lana,
indispensable para la elaboración de paños de calidad, Castilla no fue capaz de
desarrollar una adecuada industria textil, que hubiera permitido un mayor
crecimiento de la economía de la época, en gran parte porque la burguesía
castellana buscaba ganar dinero de la manera más rápida y fácil posible. La
aspiración social de todo burgués, era incorporarse a la nobleza e imitar su
modo de vida, es decir, vivir de las rentas, optaron por la solución más fácil
y conveniente para sus intereses: exportar lana corriendo con gastos de
empaquetado, transporte y riesgos (bandidaje
y piratería) e importar con el producto de la venta artículos de
lujo, obras de arte y paños elaborados con la lana exportada.
Existieron no
obstante zonas con una importante industria textil como Cuenca o Segovia, que no tuvieron la
expansión deseada, ni contaron con los
suficientes apoyos institucionales.
De la mano de Bernardo Salcedo, padre de Cipriano nos
iniciamos en el conocimiento del
comercio de la lana entre Castilla y
Flandes, en la importancia de Medina del Campo o de Burgos como centros de
negocio.
Siguiendo la estela de Cipriano Salcedo en el negocio de su padre y como consecuencia de sus contactos y
relaciones comerciales dos encuentros cambiaran
la vida del protagonista produciendo un
giro en la narración.
5 comentarios:
Esta es una de las cosas que explican nuestro pasado: teníamos la lana pero no pudimos desarrollar una industria textil. Ni se favoreció desde la Corona ni se intentó desde la nobleza, como en otros países.
Yo pasé toda mi infancia y gran parte de mi juventud junto a una de aquellas vías de la Mesta, una cañada que recuerdo recorrida por pequeños rebaños. ¿Cómo tuvo que ser en las épocas florecientes?
Buena contextualización, Paco.
excelente, fue una grata lectura
saludos
La pujanza económica de Castilla y de cualquier otra región en esa época, tenía un importante componente agrícola y ganadero. La posibilidad de que la población no sufriera episodios de hambre era importante. Pero solo cuando la industrialización no se había desarrollado, después ya sabemos cómo cambiaron las tornas a favor de las regiones periféricas.
Excelente reflexión al hilo de la novela.
Un abrazo.
Vendíamos la lana en bruto en lugar de venderla tejida y confeccionada. Luego comprábamos la misma lana convertida en paño. Miopía comercial.
Buena reflexión la tuya, Paco.
Besos
Buenos días, Paco Cuesta:
Riqueza en manos de unos pocos. El pueblo casi en la miseria, trabajando para mal comer.
Sorprenden las construcciones de iglesias diseminadas en toda la geografía.
Saludos.
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