Una obra en la que la
trama: chica enamorada-oposición de padres o tutores-triunfo de la razón y el
amor, figura en los manuales como la consagración
de Moratín ante sus contemporáneos y ante la posteridad requiere un acercamiento a las razones del éxito de un argumento
que hoy nos suena a recurrente, por lo cual nos alejamos en el tiempo, retrocedemos hasta 1609,
año en el que Lope de Vega publica un texto ensayístico en verso de teoría
dramática: El Nuevo arte de hacer comedias
en este tiempo, en el que desarrolla la teoría del teatro barroco. Lope
rompe la norma renacentista según la
cual la obra debía tener una sola acción principal, un único escenario y transcurrir en un único día. La
acción de sus tragicomedias no se limita
a un día, ni a un escenario. Junto a la acción principal hay otras
paralelas frecuentemente protagonizadas por personajes secundarios. Cualquier
asunto literario o de vida puede convertirse en teatro. Los temas son muchos, con un fondo
común: el honor relacionado con el amor. Si la ofensa se produce por seducir a
una dama -casada o no- no son los celos la pasión o el despecho lo que ha de
lavarse, sino la honra.
Moratín con El sí de
las niñas –comedia española de buenas costumbres- rompe el concepto barroco, y
retomando los parámetros clásicos demuestra que la renovación del teatro
nacional era posible, comercial y del gusto del público. Su concepto de comedia
queda perfectamente reflejado en el prólogo a sus Obras dramáticas y líricas:
Imitación de un
diálogo (escrito en prosa o verso) de un suceso ocurrido en un lugar y en pocas
horas, entre personas particulares, por medio del cual, y de la oportuna
expresión de afectos y caracteres, resultan puestos en ridículo los vicios y
errores comunes en la sociedad y recomendadas por consiguiente la verdad y la
virtud.
Poner en ridículo los vicios y errores y recomendar la verdad y la virtud
Las relaciones
amorosas tienen en El sí de las niñas poco desarrollo, limitándose a un amor casto en busca de matrimonio, cediendo
el protagonismo a los matrimonios desiguales y las relaciones paternofiliales.
El tema de los
matrimonios desiguales viene a denunciar la situación creada por una ley de Carlos III por
la que era indispensable el consentimiento de los padres para contraer
matrimonio.
Respecto de las relaciones
padre-hijo (tutor en este caso) Moratín defiende que si bien el hijo (hija)
debe ser obediente y estar atento a las indicaciones de los padres, estos,
deben ser racionales en el uso de la autoridad sin imponer decisiones tomadas
por el interés personal. A este respecto hay dos modelos de padre perfectamente
identificados:
Don Diego: racional,
desinteresado, sensato y capaz del sacrificio.
Doña Irene: caprichosa,
irracional, egoísta, pretende, por interés personal imponer un matrimonio a su
hija en beneficio propio.
Modelo positivo y
negativo. El sí de las niñas es una comedia de buenas costumbres pensada para
entretener e instruir, con un carácter didáctico que pretende transmitir al
espectador una postura concreta, ante un problema concreto.
Esta fue nuestra
lectura.
5 comentarios:
Un nuevo tiempo, una nueva forma de entender el arte. Moratín consiguió, a principios del siglo XIX, el gran éxito del teatro neoclásico español. Nada volvió a ser igual sobre las tablas.
Buenas noches, Paco Cuesta:
Moratín merece ser considerado el más importante autor de teatro neoclásico.
Cumple con la teoría de su definición de comedia. Qué bien retrata las costumbres nacionales existentes.
El personaje Don Diego, de acuerdo que actúa razonablemente, pero porque se trata de su sobrino. Y seguramente, conociendo los sentimientos de los jóvenes, prefería evitarse problemas futuros y aceptar la felicidad de la pareja.
Un abrazo.
Bien expuesta la correlación del teatro español en cuanto a sus corrientes teóricas y fundamentos. A mí también me pareció que la obra no poseía la suficiente enjundia y entidad para ser considerada un "clásico" del drama español, pero hay que tener en cuenta el tiempo en que fue escrita.
Un abrazo
Buenas costumbres, comedidas costumbres, pero iluminadas por la luz de la razón. Don Diego es razonable pero poco le falta para coger de la oreja al señor sobrino militar con la cruz de Alcántara. Y el brioso guerrero obedece como un corderito. De todas maneras, ni comparar con la despótica doña Irene, calculadora y gazmoña. Que la den asafétida en cantidad...
Besos, Paco.
Humildemente lo reconozco: no he leido a Moratín. Capitulo pendiente para las proximas vacaciones.
Por el contrario, he leido con mucha atención tu entrada, magnifica, como siempre: veo que no has cambiado, sigues escribiendo igual de bien...!
Un abrazo, de este viejo amigo que vuelve!
Publicar un comentario