Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 22 de mayo de 2014

De las seguridades que dan los padres y los tutores y lo que se debe fiar en el sí de las niñas. Leandro Fernández de Moratín


Una obra en la que la trama: chica enamorada-oposición de padres o tutores-triunfo de la razón y el amor, figura en los manuales  como la consagración de Moratín ante sus contemporáneos y ante la posteridad requiere un acercamiento a las razones del éxito de un argumento que hoy nos suena a recurrente, por lo cual nos  alejamos en el tiempo, retrocedemos hasta 1609, año en el que Lope de Vega publica un texto ensayístico en verso de teoría dramática: El Nuevo arte de hacer comedias en este tiempo, en el que desarrolla la teoría del teatro barroco. Lope rompe la norma renacentista según la cual la obra debía tener una sola acción principal, un único  escenario y transcurrir en un único día. La acción de sus tragicomedias  no se limita a un  día, ni a un escenario.  Junto a la acción principal hay otras paralelas frecuentemente protagonizadas por personajes secundarios. Cualquier asunto literario o de vida puede convertirse  en teatro. Los temas son muchos, con un fondo común: el honor relacionado con el amor. Si la ofensa se produce por seducir a una dama -casada o no- no son los celos la pasión o el despecho lo que ha de lavarse, sino la honra.

Moratín con El sí de las niñas –comedia española de buenas costumbres- rompe el concepto barroco, y retomando los parámetros clásicos demuestra que la renovación del teatro nacional era posible, comercial y del gusto del público. Su concepto de comedia queda perfectamente reflejado en el prólogo a sus Obras dramáticas y líricas:
Imitación de un diálogo (escrito en prosa o verso) de un suceso ocurrido en un lugar y en pocas horas, entre personas particulares, por medio del cual, y de la oportuna expresión de afectos y caracteres, resultan puestos en ridículo los vicios y errores comunes en la sociedad y recomendadas por consiguiente la verdad y la virtud.
Poner en ridículo los vicios y errores y recomendar la verdad y la virtud
Las relaciones amorosas tienen en El sí de las niñas poco desarrollo, limitándose a un  amor casto en busca de matrimonio, cediendo el protagonismo a los matrimonios desiguales y las relaciones paternofiliales.
El tema de los matrimonios desiguales viene a denunciar la situación creada por una ley de Carlos III por la que era indispensable el consentimiento de los padres para contraer matrimonio.
Respecto de las relaciones padre-hijo (tutor en este caso) Moratín defiende que si bien el hijo (hija) debe ser obediente y estar atento a las indicaciones de los padres, estos, deben ser racionales en el uso de la autoridad sin imponer decisiones tomadas por el interés personal. A este respecto hay dos modelos de padre perfectamente identificados:
Don Diego: racional, desinteresado, sensato y capaz del sacrificio.
Doña Irene: caprichosa, irracional, egoísta, pretende, por interés personal imponer un matrimonio a su hija en beneficio propio.
Modelo positivo y negativo. El sí de las niñas es una comedia de buenas costumbres pensada para entretener e instruir, con un carácter didáctico que pretende transmitir al espectador una postura concreta, ante un problema concreto.
Esta fue nuestra lectura.


5 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Un nuevo tiempo, una nueva forma de entender el arte. Moratín consiguió, a principios del siglo XIX, el gran éxito del teatro neoclásico español. Nada volvió a ser igual sobre las tablas.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, Paco Cuesta:

Moratín merece ser considerado el más importante autor de teatro neoclásico.
Cumple con la teoría de su definición de comedia. Qué bien retrata las costumbres nacionales existentes.
El personaje Don Diego, de acuerdo que actúa razonablemente, pero porque se trata de su sobrino. Y seguramente, conociendo los sentimientos de los jóvenes, prefería evitarse problemas futuros y aceptar la felicidad de la pareja.

Un abrazo.

pancho dijo...

Bien expuesta la correlación del teatro español en cuanto a sus corrientes teóricas y fundamentos. A mí también me pareció que la obra no poseía la suficiente enjundia y entidad para ser considerada un "clásico" del drama español, pero hay que tener en cuenta el tiempo en que fue escrita.
Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Buenas costumbres, comedidas costumbres, pero iluminadas por la luz de la razón. Don Diego es razonable pero poco le falta para coger de la oreja al señor sobrino militar con la cruz de Alcántara. Y el brioso guerrero obedece como un corderito. De todas maneras, ni comparar con la despótica doña Irene, calculadora y gazmoña. Que la den asafétida en cantidad...

Besos, Paco.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Humildemente lo reconozco: no he leido a Moratín. Capitulo pendiente para las proximas vacaciones.

Por el contrario, he leido con mucha atención tu entrada, magnifica, como siempre: veo que no has cambiado, sigues escribiendo igual de bien...!

Un abrazo, de este viejo amigo que vuelve!