Aun cuando la infancia
quede perdida en los laberintos del cerebro y su recuerdo sea una nebulosa,
Caperucita Roja, Blancanieves, La bella durmiente o Pinocho, conservan para
muchos de nosotros, visos de realidad mientras olvidados en alguna estantería
esperan despertar si en algún momento las voces infantiles saturadas de Hello Kitti, Bob
Esponja o la interminable tribu de las Monster High demandan nuevos personajes
con los que apaciguar su hiperactividad. No es fácil reinventar la ilusión de
nuestra infancia y trasplantarla a sobrinos o nietos, pero una vez conseguido
los personajes de los cuentos de nuestra nostalgia tal vez demasiado simples y
en exceso románticos, son aceptados de buen grado.
Tampoco es fácil
reinventarse como niños sin caer en la parodia. La lectura de Rosa Fría alejados
por convicción de que no por ser de
época anterior nuestros cuentos eran mejores, presenta a nuestro juicio, una
irrealidad conflictiva. En Caperucita, es verosímil que el lobo hable, como también lo es la vaca azulina
con manchas rojas de Rosa-Fría, pero para un niño a pesar de la Playstation 4,
que seguramente maneja con soltura, no es fácil entender:
Agua destilada por el pico del albatros
Que los luceros pidan whisky para calentarse
Colas arrastrando como militares con sable
Indudablemente es
verosímil que la tortuguita se siente en una mesa pero…
De pronto, pidió lechuga, cucarachas, de una
camarera que no la oyó
El día 21, el día 31, el día 40
En la calle el invierno dormía helado en los
troncos y en las aceras.
Ni siquiera la mala, malísima madrastra de Disney,
enfurecida…
Le hubiera tirado dos galápagos a los ojos al
carbonero
Ni hubiera amenazado a Blancanieves con sacarle los
ojos para que se los comiera el gato.
Nos parecen -y son-
expresiones de vanguardia “no aptas para todos los públicos”
Reflexionando sobre los
nueve cuentos de María Teresa León llegamos, salvando las muchas diferencias
existentes y sin afán de polemizar, a un paralelismo con el controvertido
artículo de Juan Goytisolo en la revista Ínsula: Para una literatura nacional
popular, defendiendo la novela de alcance social en el que arremetía contra
Ortega y Gasset y sus teorías sobre el arte deshumanizado. Goytisolo viene a
afirmar que con la deshumanización, por exceso de intelectualismo, la novela se
aleja del pueblo.
No se trata de
comparaciones, sino de resultados paralelos. Los cuentos contenidos en
Rosa-Fría plagados de personificaciones y surrealismo se alejan de la mente
infantil para acercarse por el camino de la fantasía vanguardista, más al
intelectual maduro que al niño. Nuestro mentor Pedro Ojeda afirma en su
Aproximación a Rosa-Fría (10-04-2014): "inicialmente el libro está dirigido a un
público infantil". Inicialmente.
Conocemos a María Teresa León como "la eterna compañera" en lugar de cómo escritora, activista política y embajadora de
las letras españolas, tal vez por cuestiones de género o tal vez porque
Rosa-Fría no fue cortejada por el celuloide.
Decíamos que no es fácil
reinventarse como niños, tampoco somos capaces de establecer cuál es en la
actualidad, el momento idóneo para introducir a los -yo diría alumnos más que
niños- en el mundo de las Vanguardias y la fantasía onírica. Desde nuestra
realidad, desde hoy, y tras alguna que otra consulta a los manuales hemos
disfrutado “como niños” de la obra de María Teresa León.
5 comentarios:
No es malo despojarse del traje de adulto de vez en cuando, ¿verdad? Un abrazo.
Buenas noches, Paco Cuesta:
Mientras leía, me preguntaba a quién iban destinados los nueve cuentos de María Teresa León.
Y mi opinión, seguramente no acertada, pero si meditada y sincera:
Para los niños, no.
Hay alguna pincelada graciosa, que seguramente entenderían, así como las canciones tradicionales que van insertas.
También alguna frase-metáfora ocurrente.
A todos los niños les gustan los animales. Y si son raros mejor. Aparecen varios.
Sin caer en la ñoñería, encuentro que hay crueldad. ¿Para evitarla?
¿Leerían sus hijos este librito? ¿Serían del gusto de los hijos de sus familiares y amigos? ¿Qué opinarían los niños de principios de los años 30? ¿Y los niños de hoy? ¿Y los adultos?
El sueño de los escritores en esos años era el cine. Disney desde siempre ha tenido los mejores profesionales y dineros para invertir en sus productos, después de estudiar bien el mercado. De ahí su éxito.
Un abrazo.
Entre los cuentos edulcorados de Disney y los de María Teresa León hay un abismo. La vanguardia da a los cuentos tradicionales un giro opuesto al que realiza el creador del Pato Donald.
No sé si la escritora los escribió para niños pero considero que sí es posible hacerlos llegar a los niños, de la mano de un maestro o educador que puede ser el padre o la madre. No hay por qué edulcorar como tampoco hay que dar dosis extra de violencia.
Besos, Paco.
Estupenda entrada.
Si; cuando veo a mis hijos con los nuevos dibujos de Bob Esponja, o Naruto (demasiado violentos para mi...), pienso que el mundo ha cambiado mucho...pero buceo en su corazón y comprendo que siguen siendo igual que hace años...los niños son algo estupendo.
Mientras mas viejo soy, mas me gusta estar con ellos...!
Un enorme abrazo de este viejo amigo que vuelve.
EStos cuentos de María Teresa León, es muy posible que a los niños de hoy en día no les lleguen a gustar. Quizá algunos sí se dejen llevar por la imaginación y sigan adelante en la lectura, pero requieren bastante esfuerzo y también depende de la edad. Pues entre los siete y los diez años, son bastante lógicos y creo que no lo comprenderían del todo.
Es difícil entrar en la libertad del surrealismo, pues la mayoría de las veces estamos llenos de ataduras que no nos permiten imaginar toda la serie de "disparates" que las palabras sugieren.
Un abrazo
Luz
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