Concluimos
la lectura de Nada: “Unos momentos
después, la calle Aribau y Barcelona entera quedaban detrás de mí”. Y
comenzamos la de La sonrisa robada: “LLUEVE SOBRE FLENSBURG”.
La
España de 1945 sujeta a los condicionamientos de una dictadura, no era terreno
propicio para el florecimiento de libertades. Posiblemente por esto en Nada no se habla de los actos políticos
o religiosos con los que el régimen intentaba hacerse presente en la ciudad
europea, abierta, industrial y, culta, pero… conquistada al fin. Ni se habla de
la Falange ni aparece ningún personaje
falangista. Tampoco se utiliza un vocabulario oficial franquista, ni los
nombres franquistas de las calles de Barcelona. No hay referencias al clima de
represión política en la Universidad ni a las persecuciones y seguimientos
diarios de los disidentes, ni a la situación de otro mundo que no sea el
entorno burgués decadente o no en el que se desenvuelve Andrea. Todo esto nos
lleva a otra nueva conclusión: estamos ante una obra políticamente muy bien
estructurada. Acudiendo a la biografía resulta interesante recordar que Manuel
Cerezales, crítico y periodista literario, con quien posteriormente contrae
matrimonio, anima a Carmen
Laforet, tras leer el
borrador de Nada, para que se presente
a la primera convocatoria del Premio Nadal que como es sabido gana en 1945. Entra
dentro de la lógica, además de ser habitual, que el autor someta su obra a la
consideración de otro profesional y/o editor que ayude en la adaptación. Por
tanto, con tutoría o sin ella, Nada
tiene garantizado un lugar preferente en el estudio de la novela española.
Del recuerdo en Nada, pasaremos, por lo que se
desprende de las referencias recogidas a vivir, a través del testimonio documentado de Abella, episodios
de la Segunda Guerra Mundial, desde una óptica diferente a la acostumbrada con La sonrisa robada.
¡Comencemos!
4 comentarios:
Curiosamente, ambas están situadas en la misma época histórica. Laforet escribe dentro de ella, Abella nos la trae de primera mano.
En efecto, en Nada los efectos de la guerra civil están muy presentes, aunque hay una voluntad -lógica- de no tocar directamente ciertos asuntos que hubieran hecho imposible su publicación.
Se trata de la eterna cuestión; ¿Se puede hacer buena literatura sin tomar partido, sin comprometerse ni meterse en una trinchera en contra de otros? Pues parece ser que sí. Nada puede servir de ejemplo. También se puede hacer desde el compromiso con unas ideas, claro.
El lector siempre tiene razón en este asunto, dará o quitará razones basadas en la perduración de la obra, la vida posterior a la publicación.
Un abrazo.
Andrea no ama, Edelgard ama apasionadamente, aunque sea a través de una cuartilla. Exceso y defecto.
Los efectos de la guerra civil española, los efectos de la segunda guerra mundial.
Ficción y realidad.
Nos ponemos a la tarea.
Besos, Paco.
Como bien dices en NADA, es tan importante lo que se dice como lo que se calla, porque también el silencio es otra forma de lenguaje.
Comenzaremos la lectura de "La sonrisa robada" ¿dónde nos llevará esta nueva aventura? Veremos
Un abrazo
Luz
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