Al
menos para este lector resulta complicado manifestarse sobre una tesis que por
definición es: (DRAE) “conclusión, proposición que se mantiene con
razonamientos”. Por tanto: ¿qué añadir a una idea argumentada por Carmen Martín
Gaite en Usos amorosos del dieciocho en
España desde la parquedad de un blog como El Alfoz? Me temo que solamente dejar constancia de lo aprendido,
esto. Sí es posible.
Lo
aprendido a través de la lectura ha servido para conocer en su justo término los diferentes
estilos, comportamientos y costumbres asociados a las relaciones amorosas,
sociales y de galantería, el tímido pero imparable comienzo de la liberación
femenina y el aggiornamento de la
sociedad. Hemos tenido acceso a historias desconocidas de circunstancias
históricas conocidas. Valga como ejemplo la respuesta de la Inquisición (enero
de 1748) al fenómeno de la poligamia:
Antonia García natural y vecina de
esta Corte salió al auto con insignias de poligamia, y estando en forma de
penitente se la leyó su sentencia con méritos, abjuró de levi[1],
fue absuelta ad cautelam y condenada a que el día siguiente al auto saliese a
la vergüenza por las calles públicas y acostumbradas y a destierro de esta
villa de Madrid…
Resulta
muy interesante el estudio lingüístico desarrollado a lo largo del trabajo y
recogido en el epígrafe final “Conclusiones lingüísticas”, con el que Martín
Gaite trata de demostrar como a través de la palabra se puede estudiar la
evolución de las sociedades hacia posiciones más progresistas. En la sociedad del siglo
XVIII lo extranjero irrumpió frente a lo autóctono dejando también su huella
en el lenguaje. Algunas voces nuevas o adaptadas, que hoy subsisten aun con
significados antagónicos a su origen, suponen la constatación de como la sociedad
rompía con las formas tradicionales.
Haciendo
mutis por el foro del academicismo entiendo prudente suavizar el comentario utilizando
citas de “Conclusiones lingüísticas” para poner un poco de alegría callejera en
esta entrada.
El
adjetivo macizo es muy revelador –dice Martín Gaite- Macizo, torpe o desmañado
era tenido como una ofensa al buen gusto. Hoy “macizo es tenido en argot como
“tío que esta como un tren”, un hombre deseable y deseado.
La
mujer melindrosa enseñaba entre arrumacos lo que luego no daba. Exhalaban
fragancia pero no daban fruto. El adjetivo, decadente en cuanto al uso viene a
significar hoy (continúo en argot) una tía estrecha, una mujer poco asequible.
De
plena vigencia e igual significado es la palabra mono que de su acepción de
simio pasó -y hoy perdura- a lindo, bonito, gracioso. A este respecto recoge
Carmen Martín Gaite la cita de un marido genovés: necesitan un galán, un perro
o un mono equiparando la compañía a la de “aquellos seres miméticos y
afeminados que consagran su vida a las damas. También la palabra mimo –hoy con
igual significado- pasó de actor que se
expresa mediante gestos a sinónimo de
cariño.
De
la necesidad o el hábito de hacer mimos a la dama y significar lo linda (mona)
que iba: se fue cuajando el piropo con el recurso del espejo. En este contexto
y, asumiendo el riesgo de ser tildado de poco progre, anticuado y quién sabe
si de antifeminista (apreciación esta que estoy dispuesto a discutir) me atrevo
a citar uno de nuestros -hoy tan denostados- piropos. Si le pronunciamos "de corrido" y con una pizca de casticismo, resulta a mi juicio hasta “grasioso”:
Bendito sea el tendero que vendió a tu
madre la primera papilla que tomó tu boquita de clavel ¡¡Preciosa!!
Posteriormente,
del verbo majar (machacar, hacer un majano) o quién sabe si del término maxo (de Lanzarote y Fuerteventura) nació el vocablo majo con el sentido figurado de impertinente. Pero esto es ya: “harina de otro costal”.
[1]
Abjuración para los que sólo había una
ligera sospecha de herejía; por ejemplo: bígamos, blasfemos, impostores, etc.
4 comentarios:
¿Te das cuenta, Paco, que a través de las palabras se puede explicar el mundo?
¿Y te parece poco la inestimable aportación que dejas aquí?. Considero muy interesante cómo vas desnudando las palabras a lo largo del tiempo.
Muy buena la entrada
Un abrazo
El cortejo fue una tontería de las clases altas, pero dejó huella en nuestra lengua. ¿Por qué una mujer mona es bonita?
Toda la vida nos dijeron aquello de si te aburres, te compras un mono.
¡Buena entrada!
Besos
¡Muy divertida tu entrada y ese piropo final, también "grasioso"!.
Besos
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