El tiempo incinerado que Diego Fernández Magdaleno
subtitula [Diario. 2004], en opinión
de Antonio Carvajal que prologa la obra debe leerse como: “novela, reitero y no
diario”. El lector convencido de que El
Quijote comienza en “Desocupado lector” concluye el prólogo y situado en el
comienzo hojea el libro (siempre lo
hace) en busca de no sabe que comprobando la certeza del subtítulo, el formato
mantiene la inmediatez de lo anotado al hilo de acontecimientos diarios. No
concuerda con novela. Recordando a Rosa Navarro Durán cuando en La mirada al texto escribe: “Toda
palabra cobra su sentido en su contexto; hasta que este no se completa, no
pueden precisarse con nitidez sus matices. El acto indispensable previo al
comentario es, pues, la lectura del texto completo”. Procede en consecuencia, lee
la totalidad del texto y volviendo una y otra vez sobre algunos párrafos amén
de consultar detalles biográficos de la extensa onomástica, pone el acento en
responderse, más que responder, a algunas preguntas y reflexiones que El tiempo incinerado le sugiere.
Unas
de orden político-social:
“¿Cómo
explicarnos que personas ineptas para cualquier ejercicio intelectual mínimo,
ocupen cargos de suma relevancia en diferentes instituciones?” (pp. 27-28).
Un
superficial análisis subjetivo nos dará la respuesta: nosotros, a pesar de la
constatación reiterada de tanta palabra y promesa incumplida, LOS ELEGIMOS y en
muchas ocasiones permitimos que se mantengan en el puesto por décadas. A este
respecto en la página 33 hay una sabrosa reflexión de Jacques Derrida: “Cuanto
más confuso es un concepto, más fácil se muestra a la apropiación oportunista”.
Otras
artísticas:
En
la pág. 41 se cita una definición que Maurice Denis público en 1980, en Art et
critique:
“Un
cuadro, antes que un caballo de guerra, un desnudo femenino o cualquier otra
anécdota, antes que un tema es, esencialmente, una superficie plana cubierta de
colores distribuidos en un orden determinado”.
La
definición relativiza el tema convirtiéndolo en algo secundario y prescindible
para centrarse en el color y los recursos pictóricos, pero si lo que se busca
es que el común de los mortales comprenda la obra es necesario mantener un orden
y aquí podríamos entablar otro debate (no es el momento), sobre que es el orden.
A mi juicio, la incomprensión que acompaña al expresionismo abstracto y suprematismo
por poner dos ejemplos es, justamente,
la falta de orden en formas y colores y el abuso de la uniformidad. Como ejemplo gráfico: Jackson
Pollock trabajando en su estudio y Cuadrado blanco sobre fondo blanco de Kasimir
Malévich con que comienza la anotación del 29 de febrero (p. 39).
Y
algunas obsesiones:
La música.
La
obsesión por la música se justifica por sí misma en quien ha sido director del Congreso sobre Creación
Musical Contemporánea de Valladolid; presidente en España de la Asociación
Europea de Profesores de Piano; miembro
de número de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción; director
y profesor del Conservatorio de Música de Valladolid, y Premio Nacional de Música 2010 en la modalidad
de intérprete.
La muerte.
La
muerte que espera agazapada tras las batas blancas, los guantes los hospitales,
que no tiene nada de natural porque lo natural es vivir; que obsesiona cuando
amenaza apartarnos de quien con nosotros compartió su vida.
El
lector, satisfecho, recuerda lo que Fernández Magdaleno anota en la página 34 y se va con más dudas de las que
traía.
3 comentarios:
Buenas noches, Paco Cuesta:
La importancia de las palabras.
¡Ay, los discursos enmascarados!. Qué bien señalado por el autor, en ese día 11 de febrero -que destacas-, en la entrevista de Jacques Derrida:
”El resultado es que nadie cree lo que diga el candidato de un partido. Salvo para intuir lo que oculta en su desprecio a la inteligencia de los electores”.
Es estupendo, lo que aprecia cada compañero en estas lecturas colectivas, que nos hace volver a releer el pasaje y entenderlo mejor.
Abrazos
pero esa duda es la que impulsa el pensamiento y la escritura, como en esta maravillosa entrada, Paco.
Novela no me parece, poemario es,aunque sea en prosa. Prosa reflexiva de una persona que se enfrenta al sufrimiento, le acomopañamos en su zozobra y en sus refugios musicales y literarios. Y pictóricos, y cinematográficos.
Comentamos, aunque no lo hayamos terminado.
Un abrazo, Paco.
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