Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

lunes, 22 de mayo de 2017

EMBORRONAR CUARTILLAS.


Con regularidad de estación meteorológica, frecuencia inmisericorde de buzoneo publicitario, o vaya usted a saber, en el cajetín que todos llevamos dentro, se desarrolla (o lo engendra uno mismo) un «no sé qué» no evaluado por los servicios médicos que, incrustado como garrapata nos arropa durante el día como una calima de obstinada y terca desgana. Tal vez, en un futuro próximo, la Seguridad Social lo reconozca, investigue, encuentre tratamiento y el asunto apunte solución.

En tanto esto ocurre bien podrían los laboratorios poner en el mercado un “ibu” para esta suerte de alergia periódica, o Protección Civil, tan atenta siempre a los eventos de masas, colocar barreras protectoras para, al menos minorar el desaliento que de propagarse, paralizaría a buen seguro la ciudad.

Esto suena a desvarío –lo sé– y como esperar sentado ver pasar el cadáver del enemigo no levanta el ánimo,  pongo rumbo al gimnasio en busca de una solución de alcance. El idilio con la cinta de correr con vistas a la cristalera, dura lo que «caramelo a la puerta de colegio» (es un decir). Me divorcio de la estática cuando el sudor nubla mis ojos (o sea, pronto). Las pesas, que no me han hecho nada, están mejor en su soporte esperando a otro culturista.


Camino de vuelta, tiro piedras al río. Probaré a emborronar cuartillas. 

2 comentarios:

Myriam dijo...

Hay días así, sólo hay que recibirlos
y esperar que sigan de largo.

Enborrona algo que se te da muy bien
y después lo compartes por aquí.

Besotes y ánimo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Magnífico. Hazme un sitio junto a ti para tirar piedras al río.