Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

miércoles, 19 de diciembre de 2018

«UN LIBRO QUE SIRVA A NUESTRA CAUSA». Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Vicente Blasco Ibáñez



Vicente Blasco Ibáñez abandona Argentina y la colonización de Cervantes y Nueva Valencia; tras recalar en España, fija por un tiempo su residencia en París; estamos en marzo de 1914. Desde allí, comienza a publicar artículos sobre la guerra: París canta, París sonríe, Esperando socorro..., buscando poner al servicio de los franceses información veraz, tratada, claro está, con la vehemencia que le caracteriza y la finalidad de servir a la causa aliada. Por esto, Los cuatro jinetes del Apocalipsis encuentra  su marco en el Blasco Ibáñez periodista.

En enero de 1915 Blasco escribe: “Estuve ayer con Poincaré cerca de una hora de visita”[1]. En aquella reunión con el presidente de la República, se dice que este le comentó: “Quiero que vaya usted al frente..., pero no para escribir en los periódicos. Eso pueden hacerlo muchos. Vaya usted como novelista. Observe y tal vez de su viaje salga un libro que sirva a nuestra causa”. Sea de esta u otra manera, lo cierto es que el 15 de marzo Blasco Ibáñez visita el Cuartel General del 5º Ejército en Reims e inicia un recorrido por la región del Marne donde, en 1914 y 1918, se disputaron dos importantes batallas a lo largo del río. El periodista–novelista entusiasmado siempre por la historia y la información comenzó la gestación de Los cuatro jinetes que empieza a tomar forma en noviembre de 1915. Curiosamente en este año Blasco tuvo prohibido dar mítines en España y durante una estancia en Barcelona hubo de ser protegido por la Guardia Civil (curiosa también la paradoja) de las amenazas de los germanófilos.

La novela es (discrepe quien lo desee) a mi juicio, sencilla y eficaz en el argumento y con un esquema clásico: planteamiento, nudo y desenlace. Del tronco común del Centauro Madariaga (un español emigrado a América) dos familias: la francesa Luisa–Desnoyers y la alemana Elena–von Hartrott quedan enfrentadas al regresar a Europa por mor de la diferente ascendencia de los cónyuges. Los arquetipos: Pampa Argentina con su dureza; les rues de París, bulliciosas y cosmopolitas; le Chatêau du Villeblanche; el militarismo alemán puesto en evidencia por Blasco; el frente y les villes arrasados, completan el cuadro de acontecimientos y personajes ensalzados siempre en modo y manera partidista a favor de los aliados. El tono grandilocuente y excesivamente trágico a veces de la narración, no eclipsa soberbias descripciones como la batalla del Marne.

Vicente Blasco Ibáñez era un desconocido en Estados Unidos hasta que Charlotte Brewster, escritora y traductora estadounidense le compra por 300 dólares todos los derechos de edición de Los jinetes. Su publicación tuvo en España una acogida discreta, fue en Estados Unidos donde su publicación cosechó el resonante éxito que la hizo famosa abriendo para Blasco las puertas de ese gran mercado editorial y de Hollywood. El 27 de febrero de 1921 se proyecta (cine mudo en blanco y negro) la película The Four Horsemen of the Apocalypse interpretada por Rodolfo Valentino. En enero de 1962 se estrenó una nueva versión  protagonizada por Glenn Ford e Ingrid Thulin, dirigida por Vincente Minnelli.



[1] Blasco Ibáñez. Su vida y su tiempo, Libertad Blasco-Ibáñez Blasco.

3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Excelente acercamiento, Paco. Aquí está toda la novela, por derecho.

Myriam dijo...

Como, a veces, el éxito depende
de que alguien te descubra sin cuya agencia,
quizás Blasco Ibañez no hubiera alcanzado la fama,
al menos en Holliwood.


Un abrazo y muy Felices Fiestas
para ti y toda tu familia, con un 2019
excelente en todo sentido.

Abejita de la Vega dijo...

La novela "Los cuatro jinetes del Apocalipsis" nos ayuda a entender lo que los libros de Historia no alcanzan. El presidente Poincaré estuvo acertado.

Besos, Paco.