Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

martes, 15 de septiembre de 2020

Entre dos repúblicas. Vicente Blasco Ibáñez – María Blasco del Cacho. (2) La importancia de los signos externos.

 



En la calle Isabel de Villena nº 159 (46011 Valencia) destaca una villa singular y notoria con cariátides y pilares jónicos, cuya licencia de construcción data del 30 de septiembre de 1902:

En 1939 los hijos de Blasco tuvieron que exiliarse y el Tribunal de Responsabilidades Políticas incautó sus bienes, menos la Malvarrosa, que finalmente también fue incautada y convertida en Escuela de Flechas Navales de 1942 a 1962. Durante este periodo sufrió grandes desperfectos. Las cariátides fueron destruidas y la galería tapiada. Posteriormente la casa fue ocupada por familias marginales, acelerándose así su proceso de degradación. Cuando el chalet volvió a ser propiedad de la familia estaba totalmente destrozado.

Finalmente, en 1981, los herederos de Blasco Ibáñez venden la propiedad al Ayuntamiento de Valencia, con el objeto de perpetuar la memoria del escritor. Sin embargo, el estado ruinoso del edificio no permitió su recuperación y se tomó la decisión de derribarlo y proceder a su reconstrucción, siguiendo los planos originales. El proyecto, llevado a cabo por el arquitecto municipal José María Herrera, culminaría el 18 de junio de 1997 con la inauguración de la Casa-Museo Blasco Ibáñez.[1]


En la actualidad es Casa-Museo con salón de actos y centro de investigación. Me atrevo a decir que su arquitectura neogriega y pompeyana un tanto..., diferente y espectacular en función del entorno, define a su inicial propietario Vicente Blasco Ibáñez del que puede asegurarse que, en letra de imprenta, retrató la vida de fin de siglo: campesinos de las barracas, pescadores de la Albufera, burguesía mercantil valenciana, jornaleros de Jerez, sociedad pudiente de Bilbao y el clero toledano entre otros muchos «posaron» para él. Obligado es citar la partidista y aliadófila novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis que le abrió las puertas de Hollywood allende los mares. Su ambición y éxito –tal vez también su arrogancia– no fueron perdonados y literariamente hablando, cayó en el olvido. 

  

Blasco Ibáñez no fue abandonado por los lectores, sí en cierto modo por los críticos y sin duda ninguna, tanto él como su obra resultaron perseguidos antes y después de su muerte impidiendo hasta fechas muy próximas la circulación de sus libros. Tomada como referencia su vinculación con el cine se cerró en torno a él una «conspiración de silencio» pese –o tal vez por ello– a presentar una biografía plural y apasionante: político, periodista, gran viajero, activista, guionista, magnate del cine, colonizador, antimonárquico, anticlerical y dueño de una suntuosa mansión en la Riviera francesa, fue de acto y de facto disidente con el sentir oficial. María Blasco del Cacho, su esposa, eclipsada por la personalidad del marido, fue –tal vez sin consciencia exacta– colaboradora necesaria e indispensable en su obra.



[1] VILLANUEVA BARCO, Belén. Gentilmente cedido para este trabajo, el informe completo (de su autoría), consta en el Catálogo de la Casa Museo.

1 comentario:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Todavía recuerdo cómo me contaste tu relación con esta Casa Museo, tu entrada en ella para investigar estos temas. Es como si me hubieras hecho entrar en ella, porque yo solo la conozco por fuera. Me gusta que esta segunda entrada se la hayas dedicado a la casa que, con tanta ilusión levantó Blasco Ibáñez.