Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 20 de enero de 2022

DOÑA EMILIA PARDO BAZÁN: INSOLACIÓN

 


Cuando el escribidor decidió emborronar el blanco inmaculado de la hoja de Word divagando sobre Insolación de doña Emilia Pardo Bazán, lo preceptivo (o habitual) hubiera sido hacer referencia a su estructura, personajes, argumento, narrador…, pero la morriña por la Condesa (título que otorgara Alfonso XIII en reconocimiento a su labor literaria) quebró la intención. El teclado pareció tomar vida propia habilitando las primeras líneas libres, para doña Emilia.

«El año 1868 supone un hito en la vida de Emilia: Tres acontecimientos importantes en mi vida se siguieron muy de cerca: me vestí de largo, me casé y estalló la Revolución de septiembre de 1868».[1]

La Gloriosa puso broche al enlace de Emilia (16 años) y José Quiroga (20 años) en la capilla de la granja de Meirás propiedad de los padres de la novia, por las venas de ambos contrayentes corría sangre hidalga.

Sin renuncia al escenario aristocrático doña Emilia fue –profesionalmente– capaz de convivir con campesinos, cigarreras, proletarios camareras o echadoras de cartas. Criticó con dureza a la aristocracia. Sí. Pero desde unas convicciones más próximas a la hidalguía que al pueblo; la vertebración de la sociedad debía realizarse desde la clase dominante. Digamos que lo suyo era una crítica “constructiva”: la aristocracia tenía la obligación de mandar “más” y “mejor”.

Ello, al margen de su personal opción de situarse en la vida al lado de los poderosos, no fue óbice para, en un tiempo en que el talento femenino era discriminado, su vida y obra estuvieran volcadas en reivindicar la cuestión del papel y la formación de la mujer, postura tanto más valorable habida cuenta que incluso escritores y escritoras defendían que el espacio natural de esta eran el hogar y los hijos. Entre 1889 y 1890 desde La España Moderna[2] de Lázaro Galdiano defendió con denuedo la situación política, social y cultural femenina. Es justamente en 1889 cuando se publican Insolación y Morriña (ambas subtituladas “Historia amorosa”), dos novelas en las que lo femenino (que no el feminismo) abandera el protagonismo.

Doña Emilia considera que el casticismo en la literatura española representa un realismo particular y propio (defiende el realismo a la española de Galdós y Pereda) y si bien Morriña se enmarca entre el naturalismo y el realismo, Insolación con narrativa impecable, personajes bien definidos, lenguaje propio del pueblo y estilo complejo y novedoso se acerca tal vez más al segundo. Nada mejor que un breve “tráiler” de  la narración misma para revivir una lectura apasionante.

Recordemos:

Derechos de la mujer:

«Señor, ¿por qué no han de tener las mujeres derecho para encontrar guapos a los hombres que lo sean y por qué han de mirar mal que lo manifiesten (aunque para manifestarlo dijesen tantas majaderías como los chulos del café Suizo)?» pp. 93-94.

Definición de los personajes:

«Se coló por la abertura una mujer desgreñada, cetrina, con ojos como carbones, saya de percal con almidonados faralaes y pañuelo de crespón de lana desteñido y viejo, que al cruzarse sobre el pecho dejaba asomar la cabeza de una criatura.» pág. 122

«El gaditano estaba sin sombrero […] y a cada movimiento se le descomponía el pelo, bastante crecido, negro y sedoso; al reír le iluminaba la cara la blancura de sus dientes.» pág. 124.

Pintura de ambientes y costumbres:

«Miles de tinglados y puestos donde se venden cachivaches que, pasado el día del Santo, no vuelven a verse en parte alguna: pitos adornados con hojas de papel de plata y rosas estupendas; vírgenes pintorreadas de esmeralda, cobalto y bermellón; medallas y escapularios igualmente rabiosos; loza y cacharros; figuritas groseras de toreros y picadores; botijos de hechuras raras.» pp. 107.

«Aquí no hay color que no sea desesperado: el uniforme de los militares, los mantones de las chulas, el azul del cielo, el amarillento de la tierra, los tiovivos con listas coloradas y los columpios dados de almagre con rayas de añil... Y luego la música, el rasgueo de las guitarras, el tecleo insufrible de los pianos mecánicos que nos aporrean los oídos con el paso doble de Cádiz, repitiendo desde treinta sitios de la romería: - ¡Vi-va España!» pp. 108-109.

Ambiente festivo de un día feriado

«Hervía la gente, y mirando hacia abajo, por la pradera y por todas las orillas del Manzanares, no se veían más que grupos, procesiones, corrillos, escenas animadísimas de esas que se pintan en las panderetas.» pág. 104.

«Aquella romería no tiene nada que ver con las de mi país, que suelen celebrarse en sitios frescos, sombreados por castaños o nogales, con una fuente o riachuelo cerquita y el santuario en el monte próximo... El campo de San Isidro es una serie de cerros pelados, un desierto de polvo, invadido por un tropel de gente entre la cual no se ve un solo campesino, sino soldados, mujerzuelas, chisperos, ralea apicarada y soez.» pág. 107.

En la conservadora sociedad del XIX la Condesa de Pardo Bazán llevó ya a colación valores y reivindicaciones “no aptos” para el tiempo que la tocó vivir. Aun situados en la época no debemos pasar por alto como, utilizando la ironía, puso negro sobre blanco todo aquello que la sociedad no le permitía decir.



[1]  Tomado de: Ana M.ª Freire López (UNED) cervantesvirtual.com.

[2] Apareció en enero de 1889, con una periodicidad mensual, superando las doscientas páginas.

4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En efecto. Doña Emilia reclamó los derechos que ella misma echaba en falta para sí y esa postura valiente y avanzada le trajo muchísimos problemas. Es uno de los testimonios más relevantes de cómo la sociedad no reconocía a las mujeres su capacidad. Brillante entrada.

La seña Carmen dijo...

Te echaba de menos, Paco, y me alegro de volver a encontrarte con este acertado tráiler sobre doña Emilia, sus circunstancias y su novela.

Muy acertada la puntualización «lo femenino (que no el feminismo)». Doña Emilia, desde su posición, apuntaba maneras, hoy aparecería en los suplementos dominicales presidiendo algún consejo de administración. Las mujeres llegaron ¡por fin! a la RAE, pero la abuela que tiene que sacar a sus nietos adelante, porque sus padres murieron temprano por la droga, sigue teniendo parecidos problemas a los de esa mujer que va buscando una colocación para la mayor de sus nietas.

Bienvueltos sean estos intercambios.

Sor Austringiliana dijo...

Bienvenido a las lecturas, Paco.
Insolación es una novela amable después del mundo de bestias pardas que habitan en Los Pazos de Ulloa. Pero tiene miga la novelita y también corteza. Deliciosa de todas maneras, feminista, protofeminista o femenina.
Un placer leerte, Paco. Un abrazo.

stella dijo...

Creo que no me recordarás Paco , dejé parado el blog durante demasiado tiempo, pero en su día seguias mis versos, he encontrado en una página antigua tu comentario y paso a saludarte.
De paso decirte que ha sido todo un placer encontrar tu blog con relatos sumamente interesantes, te aseguro que volveré a seguir leyendote
Te dejo un abrazo y mis felicitaciónes
Carmen