ENTRE
DOS REPÚBLICAS. VICENTE BLASCO IBÁÑEZ
Justificación:
En
el curso 2017 – 2018, terminado un estudio sobre la novela social española,
abordamos un Trabajo de Fin de Grado sobre la vida y obras de Vicente Blasco
Ibáñez. Concluido este en julio de 2019 quedó listo para su defensa y publicación
en el Repositorio de la UBU, pero, (los hados del destino siempre encuentran un
“pero”), circunstancias adversas, seguidas de la pertinaz pandemia, agostaron
el proyecto. Quiero pensar que, labor oculta de poco sirve, y es por ello que
pretendo publicar el trabajo con asiduidad en este espacio, para que al menos
vea la luz. Si por añadidura despierta algún interés, “miel sobre hojuelas”.
Vamos
al grano:
Ni
un solo comentario sobre Vicente Blasco Ibáñez (29 de enero de 1867, Valencia -
28 de enero de 1928, Menton, Francia), puede abordarse separando su vida
pública, de sus novelas. Se ha dicho que la mejor de sus novelas, es su vida.
Escritor
de un éxito impensable a principios del siglo XX, recorre varias veces Europa y
América asediado por editoriales y productoras cinematográficas. Millonario,
dueño de villas de recreo y viajero en yate, iba todos los días en “Rolls
Royce” desde su villa de Menton al casino de Montecarlo.
Pocos
pueden igualar su currículum: político, periodista, gran
viajero, activista, militante de partido, antimonárquico, anticlerical,
guionista, colonizador, dueño de una suntuosa mansión en la Riviera francesa, novelista de éxito en los Estados Unidos y el primero que vio adaptadas sus
novelas al cine internacional.
La
clase media y el obrero urbano constituían el grueso de lectores de Blasco
Ibáñez (y de Galdós). Hasta bien entrados en el siglo XX siete de cada diez
españoles no sabían, leer ni escribir. Blasco añoraba un mundo laico capaz de construir
una sociedad más libre, justa y equitativa. Con sus publicaciones La Bandera
Federal (1889) y El Pueblo, diario republicano de la mañana (1894)
llevó la literatura y la política a un sector que, pese a ser mayoritario
carecía de representación y protagonismo. En la editorial Sempere editó a
Dickens, Tolstoi, Dostoievsky, Dumas, Víctor Hugo …, a un precio asumible para
economías modestas, lo que a mi juicio es, en esencia, la confirmación de que
Blasco Ibáñez se movía también por principios docentes. En 1905, escribía
Blasco Ibáñez en El Pueblo:
“La misión de los
revolucionarios españoles no consiste únicamente en agitar los ánimos, sino en
educar a los hombres, en difundir la cultura entre ellos, pues sin un pueblo
culto y consciente la República futura arrastraría una vida de dificultades”.
El
28 de enero de 1928 fallecía en Menton (Francia) sin ver la república con la
que había soñado. El 29 de octubre de 1933, dos años después de la proclamación
de la II República española, sus restos regresaron a Valencia a bordo del buque
insignia de la armada española, siendo recibidos en un acto multitudinario por
el presidente del Gobierno, el alcalde de Valencia, personalidades sociales y
representantes políticos; grupos de voluntarios trasladaron el féretro a
hombros desde el puerto hasta la Lonja de la Seda, donde se instaló la capilla
ardiente. Tal vez estos honores provocaron su rechazo final.
En
1939 los hijos de Blasco tuvieron que exiliarse y el Tribunal de Responsabilidades
Políticas incautó sus bienes. Su chalet de la Malvarrosa, fue, de 1942 a 1962, convertido
en Escuela de Flechas Navales. Durante este periodo sufrió grandes
desperfectos. Posteriormente la casa estuvo ocupada por familias marginales,
acelerándose así su proceso de degradación. Cuando el chalet volvió a ser
propiedad de la familia estaba totalmente destrozado.
Sirvan
estas líneas de introito a Blasco Ibáñez personaje. La suya es una vida que –en
uno u otro sentido– no deja a nadie indiferente. Gracias por llegar hasta aquí.
Seguiremos.
2 comentarios:
Tengo sobre mi mesa la copia de aquel magnífico TFG. Hablé hace poco con quien puede hacerlo y nos tienes a tu disposición.
Recuerdo tu pasión por el personaje, tu tenacidad en la investigación y la excelencia de tu redacción.
Debemos vernos pronto.
Mientras tanto, que disfruten los lectores de El Alfoz.
Un placer volver a leerte. Un abrazo, Paco. Te seguimos con Blasco Ibáñez. Un abrazo.
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