05- VICENTE BLASCO
IBÁÑEZ. Etnografía y Blasquismo. Valencia, ca. 1885.
Equipo de
redacción de El Pueblo
Etnografía
Tras permanecer unos días oculto en casa de su tío, y
una vez pasado el peligro, Blasco abandona el refugio y vuelve a su actividad
“normal”
Valencia por entonces llevaba una vida simple repartida en capas sociales perfectamente diferenciadas: el obrero de la ciudad; el artesano humilde, el huertano abrumado por las deudas y un mundillo pintoresco de personajes de calle como:
El palleter. - Antes que se produjese la aparición de las cerillas, El Palleter era el humilde y entrañable fabricante y vendedor de palletes utilizadas para encender el fuego. Las fabricaba untando hilos o cordones con una porción de azufre que servía de combustible. El progreso dio al traste con el oficio cuando a partir del segundo tercio del siglo XIX comenzaron a venderse las cerillas (mistos) en caja.
La panollera. - Vendedora ambulante de panolles (mazorcas de maíz) asadas en un hornillo portátil alimentado con carbón vegetal.
En el lado opuesto. - El arrendador, el rentero
hereditario y una indefinida clase media cuyo único proyecto de vida era que, a
cualquier precio, no empeorara su situación. El Gobierno de Madrid siempre al
lado del clero y de los más fuertes mantenía «todo en su lugar» con la coacción
y si era preciso con la fuerza.
Blasquismo
En este contexto y con el caldo de cultivo de
escuchantes heterogéneos e individualistas, sin concepto de colectividad, pero
sí de rebeldía, es donde Blasco con indiscutible capacidad para educar a las
masas, cosechó sus primeros triunfos hasta crear un modelo propio que se
conoció como «Blasquismo». Gente sin más caudal que sus manos, ni más cultura
que la de la palabra aprendida de sus padres se reunía en talleres, tabernas o
la playa para que les fueran leídas novelas y publicaciones del maestro. El
movimiento, por un tiempo, sentó cátedra tanto en el mundo obrero rural y anarquista,
como en un sector de la clase media descontento por impuestos y obligaciones.
Todos se agruparon al cobijo del paraguas mágico de la República Federal que
Blasco presentaba.
[1] Referencias
tomadas de: Los valencianos pintados por sí mismos: Obra de interés y lujo
escrita por varios y distinguidos autores, Valencia, La regeneración
tipográfica de don Ignacio Boix, 1859.
3 comentarios:
Una de las mejores panojas asadas que me he comido en mi vida fue en la playa de Valencia, muy cerca de la casa del escritor.
Curiosas citas.
Historias de ayer...
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