Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 5 de agosto de 2010

La noche de San Juan. Don Quijote. Cap. 61/2


Imagen: Jaume Pahisse

De lo que en principio parece una exaltación del bandolerismo, haciendo abstracción de los hechos delictivos, podría hacerse una segunda lectura e interpretarlo como un canto a la aventura:
Un caballero andante que por circunstancias, convive con la banda de Roque Guinart se ve atrapado por una variante del Síndrome de Estocolmo, llega a identificarse con los que en principio eran sus captores, y no puede por menos de envidiar la vida errante,  activa y peligrosa, en la que, hasta  los propios compañeros pueden ser sus peores enemigos. Tal vez, pueda ser éste el motivo de la aparición del bandido en escena.

La noche mágica de San Juan en la que se celebra el solsticio de verano es la escogida por Cervantes, para que don Quijote y Sancho vean el espaciosísimo mar por vez primera; el estruendo de la artillería propia de la fiesta, sirve de fondo para que el recibimiento engrandezca al auténtico caballero andante y humille aún más al ficticio y apócrifo, como pregona el avisado de Roque que aprovecha  para resaltar el nombre de Cide Hamete, mientras que en su respuesta a Sancho, don Quijote evita con habilidad pronunciar el de Avellaneda:

“Estos bien nos han conocido; yo apostaré que han leído nuestra historia, y aun la del aragonés recién impresa”.

Nuevamente asistimos a un recibimiento triunfal, seguido de una humillación. La obra ha calado ya en el lector de esta segunda parte, y se hace penosa tanta burla. A trece capítulos del final, Cervantes escoge el sabor agrio de la afrenta, tal vez como reflejo de la realidad a la que se enfrentan altruistas y soñadores.

Cide Hamete, compadecido, sitúa tras el penoso suceso de los muchachos y las caballerías, a don Quijote y Sancho junto a un caballero principal, al que, en principio, quiero suponerle buena intención, por su relación con el bandolero Roque. Veremos. 




9 comentarios:

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

13 capítulos para el final???? vaya no había caído
Buena interpretación, pero más que síndrome de Estocolmo (que no niego lo haya)... lo que ocurre es que este bandolero, era bueno para los catalanes, parece que trabaja para la corona, y además es como Robin Hood; y parece ser que Cervantes lo conoció de ahí esa "amistad" con Don Quijote y Sancho

Merche Pallarés dijo...

Efectivamente, 13 capítulos para el final ¡¿Qué haremos después?! Tendremos que tener nuestro condumio quijotesco con nuestro profe.
Veo que siguen las "bromitas" pobres Quijo y Sancho... Besotes, M.

pancho dijo...

La novela adelgaza por el lado derecho, todo llega, hasta el final del Quijote.

Viendo cómo se las gasta el bandolero, bien pocas ganas le quedan a DQ y S de no bailarle el agua.

No me gusta este elemento porque quiere monopolizar las risas para los de su bando: DQ escapa a su condición de hazmerreír de los ciudadanos de Barcelona.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Entrada en Barcelona: un territorio nuevo para nuestro héroe, que termina en manos de quien quiere disfrutar con ellos.

Asun dijo...

Me ha gustado eso de la variante del Síndrome de Estocolmo. Con esa forma de describirlo me ha dado envidia hasta a mi.

Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Es buenísimo ese grabado que pones, con la entrad de don Quijote en una bulliciosa Barcelona. Don Quijote y Sancho vienen del silencio, de las soledades de los caminos. Ven el mar y todo un mundo nuevo. No sé si Síndrome de Estocolmo, pero a don Quijote le gusta la parte aventurera de la vida de Roque Guinart. Es un poco parecida a la del caballero andante, sin robar, por supuesto.
Según Martín de Riquer no es la noche de San Juan clásica, la del solsticio.No es la Natividad de San Juan sino el Martirio de San Juan, el 29 de agosto. Una noche de San Juan en el agua es mágica y literaria, es un nuevo conde Olinos.

Nos queda hasta noviembre, qué pena.
Un abrazo, Paco.

Antonio Aguilera dijo...

A mí también me ha extrañado mucho esta "exaltación" al bandolerismo que mencionas. Porque este Cervantes tan correcto y cuidadoso con La Inquisición ya se guadaría de hacer "apología del terrorismo", que se podría denominar en aquellos tiempos.
El final del capítulo humilla de nuevo a nuestra pareja: ambos rodando por los suelos. Es que Cervantes nunca pierde la vena humorística, aunque a veces resulte ya demasiado repetitivo esta cantidad de bormas.

Espero que estés pasando un feliz verano.

Un abrazo

Myriam dijo...

Asì es, el jueves 4 de Noviembre llegamos al último capítulo del Q., justo el mismo día en que mi blog cumple 2 años de actividad. ¿Qué haremos luego?

Veo como MERCHE a este Roque más como un Robin Hood que como síndrome de E. es que DQ y S no sufrieron ninguna agresión por parte de ellos y están all´y comparten las aventuras por propia decisión.

Abrazo

Myriam dijo...

PD- las imágenes que acompañan los capítulos son muy lindas. Hace tiempo que te lo quiero decir.

¡Yuppi! me he puesto al día contigo.