Sin rubor alguno he de confesar que la presente lectura tiene un valor
añadido que ya apuntaba en la entrada anterior: “no solo se presta sino que
resulta obligado hacer un contraste con El Quijote de Cervantes". Y es
por ello, que sin renunciar al disfrute con las mil y una peripecias de la
“otra segunda parte”, en la que los mismos personajes se comportan de modo
diferente. Sin renunciar a ello, la conversación en la venta (capítulo LIX
segunda parte de Cervantes) entre don Gerónimo y don Juan cuando don Quijote y
Sancho oyen en la habitación contigua: el que huviere leýdo la primera parte
de la historia de don Quixote de la Mancha no es posible que tenga gusto de
leer esta segunda; me perece crucial no solo por lo que supone de clara
denuncia en ella de Cervantes a
Avellaneda, sino por lo que representa, a la luz de dos temas fundamentales: la situación por la que estaba pasando
don Miguel al conocer la existencia de “otra segunda parte”, y la sutileza
e ingenio que muestra en estas líneas llenas de intencionalidad
reprensiva.
No por sabido debemos dejar de mencionar como Avellaneda insulta
despiadadamente a Cervantes haciendo alusión a su vejez y su herida en Lepanto
(soldado viejo), a su condición envidiosa y murmuradora, y lo presenta como marido
consentido. Abunda también en una nota irónica
diciendo que: disculpa los hierros de su primera parte al averse escrito entre
los muros de una cárcel. En suma todo un rosario de alabanzas.
¿Concibió Avellaneda este trabajo por despecho? O lo hizo por dinero.
Es evidente que las relaciones entre ambos no eran
precisamente cordiales y aquel bien pudiera ser un motivo. En el terreno
económico, sabido es que, Cervantes tuvo considerable éxito de difusión en su primera parte
pero no está tan claro que el económico fuera parejo. Sea como fuere si bien
Cervantes se demoró en extremo en la edición de su segunda, parte quien segó
hierba de prado ajeno fue Avellaneda -aunque el hecho fuera frecuente.
4 comentarios:
Avellaneda lo insultó y le robó. Hay que ser mucho Cervantes para no tirar la toalla...
Las trifulcas entre todo aquel grupo de escritores que tanta fama dio a nuestras letras, y con los que todavía nos solazamos, nos han llegado muy difuminadas. La realidad debió ser mucho peor.
Insinúa algo referente a los cuernos y a la homosexualidad, en el capítulo cuarto. El cu y el pido.
Avellaneda nos hace más cervantinos.
Siega en prado ajeno, muy bien dicho, Paco.
Un abrazo
La aparición del apócrifo espoleó la imaginación de Cervantes para bien de la novela. Lo que hizo en la segunda parte es poner la obra en todas las vanguardias. Tendremos que dar las gracias al plagio.
Un abrazo.
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