Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 9 de octubre de 2014

Segar hierba de prado ajeno. El Quijote apócrifo, Alonso Fernández de Avellaneda


 
Sin rubor alguno he de confesar que la presente lectura tiene un valor añadido que ya apuntaba en la entrada anterior: “no solo se presta sino que resulta obligado hacer un contraste con El Quijote de Cervantes". Y es por ello, que sin renunciar al disfrute con las mil y una peripecias de la “otra segunda parte”, en la que los mismos personajes se comportan de modo diferente. Sin renunciar a ello, la conversación en la venta (capítulo LIX segunda parte de Cervantes) entre don Gerónimo y don Juan cuando don Quijote y Sancho oyen en la habitación contigua: el que huviere leýdo la primera parte de la historia de don Quixote de la Mancha no es posible que tenga gusto de leer esta segunda; me perece crucial no solo por lo que supone de clara denuncia en ella de  Cervantes a Avellaneda, sino por lo que representa, a la luz de dos temas fundamentales: la situación por la que estaba pasando don Miguel al conocer la existencia de “otra segunda parte”,  y la sutileza  e ingenio que muestra en estas líneas llenas de intencionalidad reprensiva.

No por sabido debemos dejar de mencionar como Avellaneda insulta despiadadamente a Cervantes haciendo alusión a su vejez y su herida en Lepanto (soldado viejo), a su condición envidiosa y murmuradora, y lo presenta como marido consentido. Abunda también en  una nota irónica diciendo que: disculpa los hierros de su primera parte al averse escrito entre los muros de una cárcel. En suma todo un rosario de alabanzas.

¿Concibió Avellaneda este trabajo por despecho? O lo hizo por dinero. Es evidente que  las  relaciones entre ambos no eran precisamente cordiales y aquel bien pudiera ser un motivo. En el terreno económico, sabido es que, Cervantes tuvo considerable éxito de difusión en su primera parte pero no está tan claro que el económico fuera parejo. Sea como fuere si bien Cervantes se demoró en extremo en la edición de su segunda, parte quien segó hierba de prado ajeno fue Avellaneda -aunque el hecho fuera frecuente.

4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Avellaneda lo insultó y le robó. Hay que ser mucho Cervantes para no tirar la toalla...

la seña Carmen dijo...

Las trifulcas entre todo aquel grupo de escritores que tanta fama dio a nuestras letras, y con los que todavía nos solazamos, nos han llegado muy difuminadas. La realidad debió ser mucho peor.

Abejita de la Vega dijo...

Insinúa algo referente a los cuernos y a la homosexualidad, en el capítulo cuarto. El cu y el pido.

Avellaneda nos hace más cervantinos.

Siega en prado ajeno, muy bien dicho, Paco.

Un abrazo

pancho dijo...

La aparición del apócrifo espoleó la imaginación de Cervantes para bien de la novela. Lo que hizo en la segunda parte es poner la obra en todas las vanguardias. Tendremos que dar las gracias al plagio.
Un abrazo.