Cuando
en una tertulia surge el tema de la Historia, la Lengua o la Literatura, tan relacionadas
todas, ocurre como cuando de programas de televisión se discute: todos vemos “La 2”. Creo que no es aventurado pensar
que –haciendo abstracción del mundo universitario- es con el paso del tiempo
cuando la Historia va sumando valor en nuestras vidas. A medida que
profundizamos con y en ella descubrimos que si bien cualquier tiempo pasado fue
anterior y distinto del actual (la frase la tomo de Perogrullo). Hay multitud de paralelismos
entre pasado y presente. Y algo de esto
hemos querido entender al leer a Carmen Martín Gaite en Usos amorosos del dieciocho en España.
En
el Siglo de la Luces la relación dama-cortejo debía de brillar por su
inocencia; era lo establecido. Si así no fuera, el marido estaba obligado a
mostrar fe y confianza en la esposa para no quedar en ridículo. Hoy, normas
sociales mucho más abiertas hacen que hombre y mujer se relacionen con libertad
y compartan decisiones pero las crisis persisten. Si nos paramos a pensar y
contemplamos nuestro entorno veremos que en ambos sexos hay mucho silencio
obligado para que la apariencia permanezca y, por qué no, por miedo al “qué
dirán” que no es más que otra versión del ridículo.
Carmen
Martín Gaite nos obliga a reflexionar cuando afirma que no es que en el XVII la
mujer se aburriera, sino que en el XVIII se había dado cuenta de ello; que
tenía sed de diversión, que los cánones establecidos no satisfacían sus
necesidades más elementales. Por ello se lanzó con toda razón y justicia
contra el adoctrinamiento y los caprichos del marido que se ocupaba de preparar
para su esposa un estrado donde rodeada de sus criadas se entregara a labores
de bordado. En Francia la mujer casada presidía ya entonces salones literarios. El ocio
de la mujer española basado en la reclusión aumentó la sed de diversión. Hoy la
sed podría ser de libertad e igualdad.
5 comentarios:
Qué bien visto. Además, fue el inicio de toda una revolución.
Sería interesante ver hasta que punto hoy persisten en la cultura/sociedad
ciertos elementos en el ideario colectivo que se arrastran de esa época.
Abrazos
Amigos, ¿y las clases bajas qué hacían? ¿Qué posibilidades tenían esas mujeres? ¿Se parecían en algo a lo que nos muestra una serie tan mal documentada como Águila Roja? Me temo que no.
Por lo demás, el libro de Martín Gaite imprescindible.
Ahora se dan cuenta de que se aburren y de que viven recluidas. Lo tuvieron muy difícil.
Esos silencios me gustan...
Un abrazo, Paco.
Me pregunto si hemos avanzado o no. Veo en ciertos comentarios a veces a mi alrededor de muchos prejuicios todavía.
Gracias por estas aportaciones.
Saludos y nos veremos el martes.
Pilar
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