Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 30 de abril de 2015

El viaje, el tren el destierro. Sefarad: Antonio Muñoz Molina


Leer es peregrinar con la imaginación hacia cualquiera de los mundos y situaciones posibles sean estos tangible o intangibles. No ha mucho tiempo y con La sonrisa robada como guía viajamos hacia algunas ciudades alemanas (Flensburg, Stettin…) siguiendo el rastro de la caída del Imperio Nazi. En esa ocasión nuestros cicerones se sirvieron para las grandes distancias del avión. En Sefarad los largos trenes que atraviesan Europa con destino a Auschwitz, Mauthausen y Bergen-Blesen se constituyen en símbolo del destierro y de la narración misma.
Los viajes en tren, particularmente cuando los asientos estaban enfrentados, eran generadores de historias muy semejantes a las que personajes de ascendencia española narran en la novela referidas no solo a la Segunda Guerra Mundial, sino también a la realidad del exilio republicano “en los viajes se escuchan y se cuentan historias de viajes”, (Copenhague).

Esta referencia a la ascendencia española de los personajes, definida ya en el título, resulta útil por cuanto que el Holocausto se narra en Sefarad desde identidades de diversas procedencias pero raíz sefardí en clara referencia al exilio español: Camille Pederson-Safra por ejemplo dice haber nacido en Francia de una familia judía de origen sefardí. Isaac Salama, tiene también antecedentes variados: húngaro, español, y judío español en Marruecos. Primo Levi químico de formación e intelectual de vocación era así mismo italiano de origen sefardí.
La voz narrativa que revive la historia del teniente de la División Azul rodeado de oficiales alemanes, recuerda la escena de un baile en una ciudad remota de Estonia: “me gustaría inventar que la mujer pelirroja era de origen sefardí y que le dijo algunas palabras en ladino”, (Narva). No hay duda de que con la estrategia de poner este deseo en boca del narrador el autor  define la intencionalidad de la novela.

El viaje el tren y el destierro en sus múltiple facetas, sirven de enlace a tiempo, países y personajes de un relato aparentemente disperso y sin relación que resulta cohesionado mediante una forma de narrar aventurada y nueva utilizando la digresión para eliminar fronteras entre sucesos dispares. Así, el autor propone al lector  una dimensión universal y más amplia del exilio.   





3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué bien visto, Paco: un cruce de voces narradoras en una Europa surcada de trenes cargados con historias de individuos arrasados por la historia.

Myriam dijo...

Por eso, AMM merece el Premio Nobel, por la universalidad que le da al tema del destierro, a la ignominia de las guerras, a las dictaduras.

Es un libro que sin duda alguna mueve a la reflexión profunda y a la acción. Por eso, porque la Guerra, cualquier Guerra, es inaceptable en pleno siglo XXI, nos estamos moviendo activamente aquí, en Israel, por la Paz (Por ejemplo el grupo: "Mujeres por la Paz", al cual pertenezco) y lograr una solución de Dos Estados, aunque es temprano para decirlo, se está negociando a puertas cerradas y las negociaciones, son serias.

Excelente comentario, Paco.

Un abrazo

Kety dijo...


Buenos días, de acuerdo con tus palabras.

Un abrazo