El comienzo de la lectura, en tono un tanto notarial, deja un cierto sabor a despedida, adentrándose de inmediato en lo que podríamos definir como una proyección de lo cotidiano, en cualquier desenlace familiar semejante, aportando, eso sí, un punto de mensaje y denuncia, con el propósito final de devolver la cordura al protagonista.
La narración presenta un situación normal, extremadamente cotidiana:
Cuantos rodean a don Quijote quieren conservar la esperanza, o transmitírsela al enfermo, cada uno colabora en la medida de sus conocimientos; el bachiller aportando su cultura para el ejercicio pastoril en la nueva Arcadia y Sancho en lucha desesperada por animar a su amo, haciéndole ver la posibilidad de que Dulcinea ya desencantada aparezca tras una mata.
Cuantos rodean a don Quijote quieren conservar la esperanza, o transmitírsela al enfermo, cada uno colabora en la medida de sus conocimientos; el bachiller aportando su cultura para el ejercicio pastoril en la nueva Arcadia y Sancho en lucha desesperada por animar a su amo, haciéndole ver la posibilidad de que Dulcinea ya desencantada aparezca tras una mata.
El médico cumple con su deber y aconseja la cura del alma ante la dificultad de la cura del cuerpo,
El enfermo contempla la escena y cansado de tanta actividad, pide cordura a cuantos le rodean. Se acabaron las ilusiones, han cambiado las circunstancias.
“Rogó don Quijote que le dejasen solo, porque quería dormir un poco”..
Un sueño reparador y la proximidad de la muerte sirven para la transformación del personaje, la personalidad literaria -don Quijote de la Mancha- y la real -Alonso Quijano el Bueno- quedan separadas. Se ha producido el cambio en el personaje; recobrada la cordura, don Alonso puede criticar ahora sin piedad los libros de caballería, personalizando en su pasada locura la incidencia negativa de este tipo de literatura,. es en definitiva, el objetivo de la obra desde su comienzo.
“Ya me son odiosas todas las historias profanas de la andante caballería”.
Como ya ocurriera en otras partes de la obra, la religiosidad del protagonista debe mostrarse, acude el cura a petición del enfermo -es importante ver que admite su situación con total naturalidad, sin desesperación- para que antes de dictar testamento, le sean administrados todos los sacramentos.
El testamento de don Alonso Quijano, conforta a todos señalando de forma inequívoca algunas condiciones que no hacen sino confirmar la lucidez del hidalgo: si Antonia Quijana se relaciona con quien atienda o entienda de libros de caballería, queda desheredada. Se puede decir más alto, pero no más claro. .
Nueva y finalmente Avellaneda sale a escena cuando don Alonso el Bueno ruega a sus albaceas, en un guiño malicioso, que pidan disculpas por haberle dado la ocasión de escribir tales y tantos disparates. Al convertir en cierto modo al autor del Quijote apócrifo en sujeto del testamanto, le obliga a dejar reposar al Quijote de Cervantes en su sepultura
Durante los tres días que don Alonso continuó vivo, la realidad se impone el dolor de sobrina, ama y escudero van aminorado por la herencia recibida, y es que:"las penas con pan son menos".
Cide Hamete que en principio no quiso poner lugar, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo, al fin de la obra establece un diálogo con su pluma que -con permiso de todos- comentaré en una nueva entrada
Habitación, seis días de calentura, reunión de familiares, amigos, cura y notario en torno al lecho del enfermo: Secuencia cinematográfica, con la plasticidad suficiente para, por si sóla definir el capítulo.
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7 comentarios:
Los duelos con pan son menos. Asi es. Siempre me llamó la atención esa frase de Cervantes: "que esto del heredar...", en fin, lo que es la vida.
Se nos fue el heroe, volviendo a ser lo que era al principio: un hidalgo cuerdo.
Un abrazo.
Como bien dices, es la vuelta del hombre cuerdo, dejando atrás todo rastro de locura, y muriendo en cristiandad (lo que era normal en el momento)...dando un cerrojazo, Cervantes, a su obra atando cabos para que no se produjese ningun nuevo intento desuplantación. Un abrazo amigo
Excelente lo que dices. Como dice JAN PUERTA, no solo Cervantes mata a su personaje sino que tambien mata al Avellaneda... Besotes quijotescos, M.
Ya veo como estamos dividiendo las entradas a este último capítulo, para irnos separando de a poco de la Lectura del Quijote.
Esperaré la continucación a ésta, como agua de mayo.
Y mil gracias por todo lo lindo que me dices en mi fiesta de cumple bloguero y por haber venido a ella-
Excelente reflexión de los últimos días de la vida del hidalgo. Suscribo y subrayo todas tus apreciaciones, sobre todo el deseo de Cervantes de presentar la muerte como un hecho biológico; agotamiento de la vida.
También me dieron ganas de dejar la ultima parte para después, que se alargaba el comentario. Al final, lo resumí como pude y lo mandé a la estampa de las ondas.
Un abrazo
Es el relato de un hecho "natural como la muerte misma" (ya sé que el dicho no es así, pero es que en este caso viene al pelo hacer el cambio).
¿Por qué será que casi siempre se quiere hacer creer al moribundo que todo va a volver a ser como antes?
Me voy a leer el diálogo de Cervantes con su pluma.
Besos
Quizá lo único que sobre en este final sea la alusión a Avellaneda: pero explica todo lo que supuso la aparición de la continuación falsa para Cervantes.
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