Desayunamos
cada día con una nueva entrega del drama Mediterráneo escenario del mayor de
los éxodos humanos desde la segunda guerra mundial con… digamos cierta
indiferencia y perspectiva de avestruz ante contratiempo. Olvidados deliberadamente del mundo al que pertenecemos, tendemos al
convencimiento de que “no caben todos”
obviando las soluciones globales que con razón reclamamos como europeos para
otras cuestiones. Verdaderamente es difícil y conflictivo instalar a todos en un solo lugar Grecia,
Italia, España, (por ejemplo) pero sí pueden ser acogidos entre
los 503 millones de personas que habitan en una Comunidad (UE) cuya superficie
es de cuatro millones de kilómetros
cuadrados. La tan temida inmigración supone solamente una pequeña parte del total que abandona su país
de origen por miedo a guerras, hambruna, violaciones y destrucción, la mayor
parte de refugiados se queda en países en vías de desarrollo como Turquía, Jordania,
Irak, Egipto, unos por convicción, otros por imposibilidad económica de
sufragar un viaje en patera.
La
respuesta-rechazo a la migración tiene a mi juicio su origen no en estos movimientos, sino que nace de nuestro
entorno más próximo, de nosotros mismos por miedo a perder eso que llamamos
nuestra libertad. El pequeño mundo de trabajo, descanso costumbres, vida social
en suma, donde quema horas el reloj de nuestra vida reacciona en contra del fenómeno
migratorio.
Cuando
el arribo de familiares o amigos a nuestra playa es liviano en responsabilidad,
o de corta duración (vacaciones compartidas o “entrañables” fiestas navideñas
con cuñado recalcitrante) nos mimetizamos con la circunstancia asumiéndola como
mal menor: “para eso estamos”, “lo que haga falta” -solemos decir. Veamos: si por
razones económicas, de enfermedad, sociales, etc., en nuestro espacio desembarcan
familiares o amigos para tiempo no mensurable; horarios, costumbres, formas,
chocan en nuestro pequeño mundo como en novela de ficción y comienza en nuestro
interior la instalación de alambradas y concertinas mentales. Compartir pasa a
ser oneroso, convivir trabajoso y nuestro tiempo se distorsiona. Somos... solidarios a tiempo parcial.
El
tema de los refugiados no es fácil. No. Y menos para ellos, pero si volvemos la
vista a nuestro pasado reciente veremos que la situación de hombres mujeres y
niños que pueblan hoy andenes y fronteras huyendo del hambre, la guerra y la
injusticia no difiere de lo que aconteció a nuestros padres o abuelos. También
ellos buscaron un lugar mejor para sí y sus familias. Vivimos -a pesar de todo-
en un mundo privilegiado. Sólo cabe la
generosidad.
4 comentarios:
Excelente texto, Paco, que comparto en todo.
No, no es fácil este tema, sobre todo porque nosotros hemos causado estos dramas con las políticas económicas y geoestratégicas que deciden nuestros propios gobiernos. Y tiene que ser la foto del cadáver de un niño en una playa la única forma de que se nos asalte la conciencia. ¿Cuánto nos durará este malestar que ahora sentimos?
Suscribo, Paco, excelente denuncia.
Es monstruoso e inconcebible que
en pleno Siglo XXI esté pasando esto.
Un abrazo
Los libros de Historia contienen mapas llenos de flechas. Y ninguna fotografía satélite nos ofrecerá una imagen del planeta con fronteras.
Un drama con mayúsculas, Europa no puede quedarse de brazos cruzados.
Besos, Paco.
Paco, me alegra de tu vuelta. Espero verte en El club de lectura presencial.
A decir verdad, me duele tanto lo que está pasando con los refugiados, que me cuesta escribir sobre ello. Tú has tenido el valor de enfrentarte y dejarnos este escrito, donde expresas opiniones que también comparto. Hay un lema que dice algo así como : Si quieres cambiar la vida de otros, empieza por cambiar la tuya" y por eso, porque vivimos muy acomodados, nos cuesta hacer frente a este problema.
Los dirigentes de la Unión Europea, impresentables.
Un abrazo
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